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Sobre estudios de opinión, encuestas y sondeos en época electoral

En medio de estas coyunturas líquidas, los estudios de opinión se contratan para tener una idea más o menos aproximada de cómo se votará en junio próximo.

.
Mariano Rayo |
12 de abril, 2023

“La calidad de una encuesta no se juzga por su tamaño, alcance o prominencia, sino por cuánta atención se presta a (prevenir, medir y) tratar los muchos problemas importantes que pueden surgir.” Asociación Americana de Estadística.

En la revista radial Pulso Republicano del 3 de abril, entrevistamos a Luis Aguilar, quien es politicólogo, presidente de POLIANALÍTICA (https://polianaliticave.com), experto en marketing y comunicación política. Luis compartió varios consejos a partir de su experiencia en América Latina. Si desean ver la entrevista vayan al enlace siguiente: Entrevista al politólogo Luis Aguilar, sobre encuestas y estudios de opinión electorales

No voy a reiterar lo expresado por Luis Aguilar porque R. publicó un artículo que destaca lo más importante de la entrevista. Yo agregaría que para elevar la confianza en los resultados del estudio de opinión que vemos, el mismo debe estar acompañado de un documento o presentación que además, a la ficha técnica, incluya el nombre de la persona responsable del contenido, su número de teléfono, su correo eléctrónico, si es una empresa encuestadora su dirección física, y la dirección del portal web de la empresa.

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Además de lo anterior, la entrevista obliga a realizar acotaciones adicionales.

Las encuestas han sido por mucho tiempo las herramientas para recopilar y medir las opiniones y percepciones de los ciudadanos. Sin embargo, durante la última década, la disminución en las tasas de respuesta, y en el caso de encuestas electorales los fallos de los resultados de éstas en comparación a los resultados electorales finales, han puesto en tela de juicio las metodologías que se han utilizado tradicionalmente, así como la confiabilidad en las personas y empresas que se dedican a esta área de las ciencias sociales y estadísticas.

Edgerly y Thorson (Political Communication and Public Opinion Innovative Research for The Digital Age, Public Opinion Quarterly, Vol. 84, Special Issue, 2020, pp. 189–194) añaden: “No solo el entorno de los medios políticos se ha transformado fundamentalmente en los últimos 20 años, sino que la tasa de transformación en curso no muestra signos de desaceleración. Las plataformas digitales como Facebook (y sus subsidiarias como Instagram y WhatsApp) [Twitter también] son curadores cada vez más poderosos de noticias y contenido político. Los algoritmos diseñados por las empresas de plataformas digitales permiten altos niveles de personalización y fragmentación de las audiencias de los medios… El crecimiento de la preocupación pública por el desorden de la información ha puesto de relieve cuestiones que durante mucho tiempo han estado en el centro de la opinión pública y la investigación de la comunicación política: ¿Quién ve las noticias y el contenido político? ¿Qué intermediarios en la esfera política tienen el poder de moldear la exposición del contenido y la opinión pública? ¿Cuáles son los impactos de la estructura de nuestros entornos de información en resultados democráticamente deseables e indeseables? ¿Quiénes son los que tienen y los que no tienen en el compromiso político facilitado por las plataformas digitales?” Estas preguntas y las tendencias identificadas obligan a ser más cuidadosos cuando se leen e interpretan los resultados de los estudios de opinión pública, encuestas y sondeos, en particular en una época con tanta desinformación.

Un aspecto importante en la ficha técnica se refiere a los ciudadanos consultados. La muestra tiene que reflejar, con precisión, la composición de la población y los empadronados con intención de votar, no sirve hacerle preguntas a quien no esté empadronado o a quien tomó la decisión de no asistir a ejercer su derecho a votar. Si el estudio es a nivel nacional, entonces, la distribución territorial de la muestra debe reflejar el peso relativo de los distritos electorales, así como la composición demográfica. Por esta y otras razones, los sondeos en redes sociales, como twitter (Elon Musk anunció que a partir del 15 de abril, solo cuentas verificadas podrán participar en los sondeos de esta red social, lo cual podría eliminar bots, pero no termina de solucionar los problemas) no son confiables, porque carecen de rigurosidad científica.

¿Pero cómo se recupera la credibilidad en los resultados de los sondeos, si el cumplimiento de los aspectos metodológicos no son suficientes? No es una tarea fácil porque, como dice Zygmunt Bauman, vivimos en una sociedad líquida, refiriéndose al desplazamiento de valores que entendimos permanentes dando paso a sociedades marcadas por lo temporal y el cortoplacismo. Todo cambia de un momento a otro, se olvida con facilidad, las personas son intercambiables o desechables, los argumentos políticos son simplistas hasta lo absurdo, la propuesta hueca. Y al igual que el agua dentro de un balde, cambia ante un leve toque, lo mismo está sucediendo en los procesos de campaña, un Tiktok, un tuiter, un reel o una respuesta durante una entrevista, cambian opiniones y preferencias, de un tuit al otro, de un tiktok al otro.

Las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos del año 2016, crearon la Unidad Especializada Sobre los Medios de Comunicación y Estudios de Opinión. Esta unidad tiene dentro de sus funciones: “Velar por el cumplimiento de las normas y procesos científicos correspondientes al análisis y/o elaboración de estudios de opinión, requeridos por las autoridades de la Institución.” ¿Cuáles son esas normas y procesos científicos? Hasta la fecha no conocemos nada al respecto, o ¿será que están elaborando algún manual o reglamento que regule las actuaciones de las empresas encuestadoras? Estarán tomando como referencia a México o Perú, por ejemplo, donde hay regulaciones estrictas, incluso exigiendo que solo empresas pre registradas ante las autoridades electorales pueden publicar estudios de opinión pública. ¿Servirán esas regulaciones para elevar la confianza y credibilidad en los resultados de los estudios?

En medio de estas coyunturas líquidas, los estudios de opinión se contratan para tener una idea más o menos aproximada de cómo se votará en junio próximo. Los partidos, los ciudadanos y los medios de comunicación necesitan esa información para tranquilizar, revitalizar, desanimar o reconsiderar. Pero como indica J. Pérez, los sondeos de opinión de hoy “están condenados a envejecer prematuramente, lo que cuentan caducará mil veces de aquí a las elecciones, la foto irá difuminando” porque la coyuntura líquida caracterizada por la corrupción, inflación, incertidumbre jurídica, y otras situaciones, no se deja fotografiar. Es muy probable que sean otros factores los que finalmente determinen las intenciones de voto, y para saberlo, nos quedan doce semanas de campaña política.

 

Sobre estudios de opinión, encuestas y sondeos en época electoral

En medio de estas coyunturas líquidas, los estudios de opinión se contratan para tener una idea más o menos aproximada de cómo se votará en junio próximo.

Mariano Rayo |
12 de abril, 2023
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“La calidad de una encuesta no se juzga por su tamaño, alcance o prominencia, sino por cuánta atención se presta a (prevenir, medir y) tratar los muchos problemas importantes que pueden surgir.” Asociación Americana de Estadística.

En la revista radial Pulso Republicano del 3 de abril, entrevistamos a Luis Aguilar, quien es politicólogo, presidente de POLIANALÍTICA (https://polianaliticave.com), experto en marketing y comunicación política. Luis compartió varios consejos a partir de su experiencia en América Latina. Si desean ver la entrevista vayan al enlace siguiente: Entrevista al politólogo Luis Aguilar, sobre encuestas y estudios de opinión electorales

No voy a reiterar lo expresado por Luis Aguilar porque R. publicó un artículo que destaca lo más importante de la entrevista. Yo agregaría que para elevar la confianza en los resultados del estudio de opinión que vemos, el mismo debe estar acompañado de un documento o presentación que además, a la ficha técnica, incluya el nombre de la persona responsable del contenido, su número de teléfono, su correo eléctrónico, si es una empresa encuestadora su dirección física, y la dirección del portal web de la empresa.

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Además de lo anterior, la entrevista obliga a realizar acotaciones adicionales.

Las encuestas han sido por mucho tiempo las herramientas para recopilar y medir las opiniones y percepciones de los ciudadanos. Sin embargo, durante la última década, la disminución en las tasas de respuesta, y en el caso de encuestas electorales los fallos de los resultados de éstas en comparación a los resultados electorales finales, han puesto en tela de juicio las metodologías que se han utilizado tradicionalmente, así como la confiabilidad en las personas y empresas que se dedican a esta área de las ciencias sociales y estadísticas.

Edgerly y Thorson (Political Communication and Public Opinion Innovative Research for The Digital Age, Public Opinion Quarterly, Vol. 84, Special Issue, 2020, pp. 189–194) añaden: “No solo el entorno de los medios políticos se ha transformado fundamentalmente en los últimos 20 años, sino que la tasa de transformación en curso no muestra signos de desaceleración. Las plataformas digitales como Facebook (y sus subsidiarias como Instagram y WhatsApp) [Twitter también] son curadores cada vez más poderosos de noticias y contenido político. Los algoritmos diseñados por las empresas de plataformas digitales permiten altos niveles de personalización y fragmentación de las audiencias de los medios… El crecimiento de la preocupación pública por el desorden de la información ha puesto de relieve cuestiones que durante mucho tiempo han estado en el centro de la opinión pública y la investigación de la comunicación política: ¿Quién ve las noticias y el contenido político? ¿Qué intermediarios en la esfera política tienen el poder de moldear la exposición del contenido y la opinión pública? ¿Cuáles son los impactos de la estructura de nuestros entornos de información en resultados democráticamente deseables e indeseables? ¿Quiénes son los que tienen y los que no tienen en el compromiso político facilitado por las plataformas digitales?” Estas preguntas y las tendencias identificadas obligan a ser más cuidadosos cuando se leen e interpretan los resultados de los estudios de opinión pública, encuestas y sondeos, en particular en una época con tanta desinformación.

Un aspecto importante en la ficha técnica se refiere a los ciudadanos consultados. La muestra tiene que reflejar, con precisión, la composición de la población y los empadronados con intención de votar, no sirve hacerle preguntas a quien no esté empadronado o a quien tomó la decisión de no asistir a ejercer su derecho a votar. Si el estudio es a nivel nacional, entonces, la distribución territorial de la muestra debe reflejar el peso relativo de los distritos electorales, así como la composición demográfica. Por esta y otras razones, los sondeos en redes sociales, como twitter (Elon Musk anunció que a partir del 15 de abril, solo cuentas verificadas podrán participar en los sondeos de esta red social, lo cual podría eliminar bots, pero no termina de solucionar los problemas) no son confiables, porque carecen de rigurosidad científica.

¿Pero cómo se recupera la credibilidad en los resultados de los sondeos, si el cumplimiento de los aspectos metodológicos no son suficientes? No es una tarea fácil porque, como dice Zygmunt Bauman, vivimos en una sociedad líquida, refiriéndose al desplazamiento de valores que entendimos permanentes dando paso a sociedades marcadas por lo temporal y el cortoplacismo. Todo cambia de un momento a otro, se olvida con facilidad, las personas son intercambiables o desechables, los argumentos políticos son simplistas hasta lo absurdo, la propuesta hueca. Y al igual que el agua dentro de un balde, cambia ante un leve toque, lo mismo está sucediendo en los procesos de campaña, un Tiktok, un tuiter, un reel o una respuesta durante una entrevista, cambian opiniones y preferencias, de un tuit al otro, de un tiktok al otro.

Las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos del año 2016, crearon la Unidad Especializada Sobre los Medios de Comunicación y Estudios de Opinión. Esta unidad tiene dentro de sus funciones: “Velar por el cumplimiento de las normas y procesos científicos correspondientes al análisis y/o elaboración de estudios de opinión, requeridos por las autoridades de la Institución.” ¿Cuáles son esas normas y procesos científicos? Hasta la fecha no conocemos nada al respecto, o ¿será que están elaborando algún manual o reglamento que regule las actuaciones de las empresas encuestadoras? Estarán tomando como referencia a México o Perú, por ejemplo, donde hay regulaciones estrictas, incluso exigiendo que solo empresas pre registradas ante las autoridades electorales pueden publicar estudios de opinión pública. ¿Servirán esas regulaciones para elevar la confianza y credibilidad en los resultados de los estudios?

En medio de estas coyunturas líquidas, los estudios de opinión se contratan para tener una idea más o menos aproximada de cómo se votará en junio próximo. Los partidos, los ciudadanos y los medios de comunicación necesitan esa información para tranquilizar, revitalizar, desanimar o reconsiderar. Pero como indica J. Pérez, los sondeos de opinión de hoy “están condenados a envejecer prematuramente, lo que cuentan caducará mil veces de aquí a las elecciones, la foto irá difuminando” porque la coyuntura líquida caracterizada por la corrupción, inflación, incertidumbre jurídica, y otras situaciones, no se deja fotografiar. Es muy probable que sean otros factores los que finalmente determinen las intenciones de voto, y para saberlo, nos quedan doce semanas de campaña política.