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Ante titubeos europeos, MERCOSUR mira hacia Asia

Ilustración por Gabo®
Sebastián Gennari
12 de octubre, 2023

En diciembre, el presidente paraguayo Santiago Peña (Colorado, derecha) asumirá la presidencia pro tempore del MERCOSUR. Su prioridad es cerrar el Acuerdo de Asociación Unión Europea-MERCOSUR, que se ha estado negociando desde 1999. Peña ha lanzado un ultimátum a la UE, diciendo que el acuerdo debe cerrarse antes de concluir la presidencia del brasileño Lula da Silva. 

  • Cree que el perfil diplomático de Lula lo convierte en el único líder sudamericano capaz de cerrar el acuerdo de libre comercio (TLC). En efecto, Bruselas clamaba por la elección de Lula en 2022. 
     
  • España, tradicionalmente el aliado europeo más fuerte de Latinoamérica, ocupa actualmente la presidencia semestral de la UE. Le seguirá Bélgica, que, al igual que Francia, es hostil al tratado.  
     
  • En 2019 se alcanzó un acuerdo en la cumbre del G20 en Osaka, lo que llevó a Jorge Faurie, el entonces canciller argentino, a anunciarlo entre lágrimas de alegría. Aquel acuerdo “final” nunca se firmó.  

Panorama general. Durante décadas, el TLC ha sido una piedra en el zapato del MERCOSUR. Al empezar las negociaciones, la UE era el socio comercial más importante del bloque. Ha sido desplazada por China, cuyo apetito por las materias primas ha alentado la “reprimarización” y la desindustrialización de Sudamérica.  

  • MERCOSUR todavía representa el 40% del comercio latinoamericano de la UE. Esta es la mayor fuente de IED del MERCOSUR, con un stock de inversión valorado en €330,000M en 2020. Pekín se limita a comprar materias primas.  
     
  • Bruselas enfatiza sus objeciones ambientales al acuerdo, expresando especial preocupación por el Amazonas. A Brasilia le molestan los costes impuestos por la UE, argumentando que la deforestación ya se ha reducido a la mitad. 
     
  • El ambientalismo es una fuerza poderosa en la política europea. Sin embargo, es evidente que los lobbies agrícolas, especialmente las gremiales cárnicas, son el principal obstáculo. 

Entre líneas. En las capitales del MERCOSUR, Asia es vista como un mercado más atractivo y menos exigente. Quizá el país menos interesado en el acuerdo sea Uruguay, que avanza poco a poco hacia un TLC unilateral con Pekín. Montevideo acostumbra a violar las normas de la unión aduanera, incluso intentando negociar acuerdos comerciales con EE. UU.  

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  • Uruguay, de tendencia centroderechista, no tiene afición ideológica por China. A Montevideo le disgusta el pésimo desempeño económico de sus vecinos; a diferencia de Paraguay, un país sin salida al mar, no necesita depender de ellos.  
     
  • Es imposible un acuerdo China-MERCOSUR. Al igual que China, Brasil y Argentina son extremadamente proteccionistas. Incluso sin un TLC con China, están inundados de productos chinos.  
     
  • Para complicar aún más las cosas, Paraguay, a pesar de su interés en Asia, no reconoce a China. El presidente Peña se ha comprometido a apoyar a sus aliados taiwaneses, a quienes considera más inclinados a apoyar la industrialización que los chinos. 

Ecos regionales. Si se firma, cosa que sigue siendo posible, el TLC sería la joya de la corona tanto para Bruselas como para Brasilia. Aunque sus iniciativas son más modestas que las de Washington, ambos bloques están interesados en reducir su dependencia de China.  

  • Desde la perspectiva latinoamericana, esta es una de las pocas oportunidades para un acuerdo comercial equilibrado. Los TLC anteriores con Pekín han traído enormes déficits comerciales.  
     
  • Costa Rica, el primer país centroamericano en abandonar Taipéi, firmó uno de esos TLC y ahora importa más de seis veces lo que exporta a China. Paraguay, por su parte, importa aproximadamente 115 veces más de lo que exporta a China.
      
  • En última instancia, el TLC UE-MERCOSUR es una prueba del dinamismo occidental. Siendo así, resulta frustrante en estos momentos que la lentitud europea se arriesgue a frustrarlo.
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Ante titubeos europeos, MERCOSUR mira hacia Asia

Ilustración por Gabo®
Sebastián Gennari
12 de octubre, 2023

En diciembre, el presidente paraguayo Santiago Peña (Colorado, derecha) asumirá la presidencia pro tempore del MERCOSUR. Su prioridad es cerrar el Acuerdo de Asociación Unión Europea-MERCOSUR, que se ha estado negociando desde 1999. Peña ha lanzado un ultimátum a la UE, diciendo que el acuerdo debe cerrarse antes de concluir la presidencia del brasileño Lula da Silva. 

  • Cree que el perfil diplomático de Lula lo convierte en el único líder sudamericano capaz de cerrar el acuerdo de libre comercio (TLC). En efecto, Bruselas clamaba por la elección de Lula en 2022. 
     
  • España, tradicionalmente el aliado europeo más fuerte de Latinoamérica, ocupa actualmente la presidencia semestral de la UE. Le seguirá Bélgica, que, al igual que Francia, es hostil al tratado.  
     
  • En 2019 se alcanzó un acuerdo en la cumbre del G20 en Osaka, lo que llevó a Jorge Faurie, el entonces canciller argentino, a anunciarlo entre lágrimas de alegría. Aquel acuerdo “final” nunca se firmó.  

Panorama general. Durante décadas, el TLC ha sido una piedra en el zapato del MERCOSUR. Al empezar las negociaciones, la UE era el socio comercial más importante del bloque. Ha sido desplazada por China, cuyo apetito por las materias primas ha alentado la “reprimarización” y la desindustrialización de Sudamérica.  

  • MERCOSUR todavía representa el 40% del comercio latinoamericano de la UE. Esta es la mayor fuente de IED del MERCOSUR, con un stock de inversión valorado en €330,000M en 2020. Pekín se limita a comprar materias primas.  
     
  • Bruselas enfatiza sus objeciones ambientales al acuerdo, expresando especial preocupación por el Amazonas. A Brasilia le molestan los costes impuestos por la UE, argumentando que la deforestación ya se ha reducido a la mitad. 
     
  • El ambientalismo es una fuerza poderosa en la política europea. Sin embargo, es evidente que los lobbies agrícolas, especialmente las gremiales cárnicas, son el principal obstáculo. 

Entre líneas. En las capitales del MERCOSUR, Asia es vista como un mercado más atractivo y menos exigente. Quizá el país menos interesado en el acuerdo sea Uruguay, que avanza poco a poco hacia un TLC unilateral con Pekín. Montevideo acostumbra a violar las normas de la unión aduanera, incluso intentando negociar acuerdos comerciales con EE. UU.  

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  • Uruguay, de tendencia centroderechista, no tiene afición ideológica por China. A Montevideo le disgusta el pésimo desempeño económico de sus vecinos; a diferencia de Paraguay, un país sin salida al mar, no necesita depender de ellos.  
     
  • Es imposible un acuerdo China-MERCOSUR. Al igual que China, Brasil y Argentina son extremadamente proteccionistas. Incluso sin un TLC con China, están inundados de productos chinos.  
     
  • Para complicar aún más las cosas, Paraguay, a pesar de su interés en Asia, no reconoce a China. El presidente Peña se ha comprometido a apoyar a sus aliados taiwaneses, a quienes considera más inclinados a apoyar la industrialización que los chinos. 

Ecos regionales. Si se firma, cosa que sigue siendo posible, el TLC sería la joya de la corona tanto para Bruselas como para Brasilia. Aunque sus iniciativas son más modestas que las de Washington, ambos bloques están interesados en reducir su dependencia de China.  

  • Desde la perspectiva latinoamericana, esta es una de las pocas oportunidades para un acuerdo comercial equilibrado. Los TLC anteriores con Pekín han traído enormes déficits comerciales.  
     
  • Costa Rica, el primer país centroamericano en abandonar Taipéi, firmó uno de esos TLC y ahora importa más de seis veces lo que exporta a China. Paraguay, por su parte, importa aproximadamente 115 veces más de lo que exporta a China.
      
  • En última instancia, el TLC UE-MERCOSUR es una prueba del dinamismo occidental. Siendo así, resulta frustrante en estos momentos que la lentitud europea se arriesgue a frustrarlo.