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Develando el rostro de la conflictividad en Guatemala: El narco

El narco como negocio global pero también como sub-cultura, es uno de los fenómenos más mediatizados de los últimos tiempos.

Por Francisco Javier Figueroa | Documentalista
03 de octubre, 2023

Un fenómeno que navega siempre entre sombras, donde no se le puede conocer claramente, lo mismo a quienes lo manejan. Se pierde en medio de su alta exposición.

En público nada ocurre, en privado todos hablan

En el oriente de Guatemala son conocidas las familias dedicadas al narcotráfico. Uno de los habitantes de Chiquimula a quien llamaré Alex como nombre ficticio, para cuidar su anonimato, me mostró en esta ciudad la mansión de un poderoso clan familiar dedicado al negocio de la droga.

La casa tiene en la entrada, desde una calle principal, un semáforo, lo que me causó una sorpresa mayúscula.

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¿Incluso el narco controla el tráfico del sector? Se lo pregunté a Alex, solo se sonrió, pero no me respondió. Con Alex tuvimos una larga conversación respecto al movimiento del narcotráfico en ese territorio del país, que incluyó también a Camotán, Asunción Mita, Jutiapa y varias aldeas. 

Alex me señaló un hotel de lujo que parece ser, es fruto del lavado de dinero. Su dueño, un conocido empresario en varios rubros, según el testimonio de Alex, se ha hecho millonario con el tráfico de cocaína, el hotel y otras empresas son para lavar. 

Relato en primera persona

Lo que observé fueron las típicas ciudades y pueblos guatemaltecos, con mucho movimiento comercial de pequeña escala, tiendas de todo tipo de productos, venta callejera, puestos de comida, nada fuera de lo normal. 

Pero uno ve también cosas que llaman la atención, que desentonan con el ambiente del sector y poder adquisitivo estimado de su población, el cual es bajo, principalmente desde que han paralizado o cerrado algunas empresas. 

Por ejemplo, el hotel mencionado, con una cantidad de habitaciones y lujo exagerados.¿Que tanto turista visita el oriente?, o tiendas nuevas, de ropa y otros artículos caros, en un camino secundario, aislado y desierto.

Antes de salir de viaje a nuestro siguiente destino, aun en Chiquimula, fui a tomar un café a dos cuadras del hotel, frente a una pequeña plaza. Mientras me sentaba en una de las mesas interiores de la cafetería, mirando hacia afuera, veo de repente la llegada de una mujer en sus 40s que se baja de una camioneta grande y se para a la salida del local. Detrás de ella, se bajan de un pick up tres guardaespaldas fuertemente armados, al estilo de oriente, con jeans, camisas de cuadros y botas. 

Conversan diez o quince minutos, ella parece que hace una llamada desde su celular y luego se vuelven a subir a los carros y se van. Una joven, vecina de mesa, me comentó que ese tipo de escenas eran frecuentes.

Alta Verapaz y su clima de conflictividad

Nuestro siguiente destino fue Alta Verapaz, específicamente Telemán y Panzós. Esta región posee zonas muy aisladas, con altos índices de pobreza y un nivel educativo muy bajo. La conflictividad es acá más fuerte y notoria que lo visto en oriente y se refleja de un modo importante en el fenómeno de la invasión de tierras. 

Fidel Ponce hijo, de una familia de empresarios tradicionales de Telemán, relató para el documental sobre los escenarios de la conflictividad en su localidad. En relación al narco, nos comentó que esta clase de actividad se ubica bastante más lejos de este lugar, más cercana al Petén. 

Algo parecido nos dijo Ramiro García, empresario, agricultor y un hombre muy comprometido socialmente con su comunidad. Ramiro nació en una familia numerosa y con pocos recursos, desde muy joven se interesó por estudiar, lo que lo llevó a sacar una carrera profesional y el grado de doctorado en ciencias humanas y sociales. 

También fue militar. Ramiro, con quien sostuvimos extensas e interesantes conversaciones mientras recorríamos diferentes puntos entre Telemán y Panzós, nos mencionó que no se observa una actividad de narcotráfico en esa área, por lo menos no son visibles, que si existe, pero bastante más lejos, cerca de zonas fronterizas.

Quienes saben y nos lo contaron

El coronel Rubén Téllez, vocero del ejército y con bastante experiencia en operativos antinarcóticos, y Alan Ajiatas, fiscal de narcoactividad del Ministerio Público, nos dieron una perspectiva diferente sobre la influencia del narco en la conflictividad social.

En sus respectivas entrevistas para el documental, confirmaron que una estrategia recurrente de los cárteles es financiar el bloqueo de carreteras, disfrazado a veces de protesta social. Estos grupos le pagan a comunidades y distintas organizaciones para que lo lleven a cabo. Estas acciones tienen el objetivo de impedir la entrada de elementos del ejército y la policía, a los lugares donde por ejemplo, se encuentra aterrizando una aeronave para cargar o descargar la droga. 

Rubén y Alan fueron muy claros, tienen la evidencia de innumerables operativos fallidos donde efectivamente las fuerzas de seguridad fueron bloqueadas y obligadas a regresar de un territorio en el cual se estaba dando algún movimiento ilegal. También, por supuesto, se han realizado muchos operativos exitosos, en los cuáles si se pudo entrar y decomisar cargamentos de cocaína o destruir plantaciones de mariguana. 

Una reflexión al final

Y si los narcos financian entonces estas actividades, si comprometen a las poblaciones para que les sirvan de escudo y se relacionan con líderes de algunas organizaciones, por qué no pensar que quizá también están financiando otros escenarios como la invasión de tierras, la oposición a empresas, en fin, todo lo que les signifique a ellos una competencia en el favor de las comunidades o la presencia de personas que no se someterán a sus prácticas y que por lo mismo les resultan incómodas o simplemente indeseables. 

Esto último no lo pudimos ver abiertamente, tampoco nos lo dijeron de modo claro, pero tal como se expresa en el documental, el narco sin duda está ahí, de algún modo influyendo, manejando, comprando, decidiendo y determinando situaciones, hechos, instituciones y personas.

Develando el rostro de la conflictividad en Guatemala: El narco

El narco como negocio global pero también como sub-cultura, es uno de los fenómenos más mediatizados de los últimos tiempos.

Por Francisco Javier Figueroa | Documentalista
03 de octubre, 2023

Un fenómeno que navega siempre entre sombras, donde no se le puede conocer claramente, lo mismo a quienes lo manejan. Se pierde en medio de su alta exposición.

En público nada ocurre, en privado todos hablan

En el oriente de Guatemala son conocidas las familias dedicadas al narcotráfico. Uno de los habitantes de Chiquimula a quien llamaré Alex como nombre ficticio, para cuidar su anonimato, me mostró en esta ciudad la mansión de un poderoso clan familiar dedicado al negocio de la droga.

La casa tiene en la entrada, desde una calle principal, un semáforo, lo que me causó una sorpresa mayúscula.

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¿Incluso el narco controla el tráfico del sector? Se lo pregunté a Alex, solo se sonrió, pero no me respondió. Con Alex tuvimos una larga conversación respecto al movimiento del narcotráfico en ese territorio del país, que incluyó también a Camotán, Asunción Mita, Jutiapa y varias aldeas. 

Alex me señaló un hotel de lujo que parece ser, es fruto del lavado de dinero. Su dueño, un conocido empresario en varios rubros, según el testimonio de Alex, se ha hecho millonario con el tráfico de cocaína, el hotel y otras empresas son para lavar. 

Relato en primera persona

Lo que observé fueron las típicas ciudades y pueblos guatemaltecos, con mucho movimiento comercial de pequeña escala, tiendas de todo tipo de productos, venta callejera, puestos de comida, nada fuera de lo normal. 

Pero uno ve también cosas que llaman la atención, que desentonan con el ambiente del sector y poder adquisitivo estimado de su población, el cual es bajo, principalmente desde que han paralizado o cerrado algunas empresas. 

Por ejemplo, el hotel mencionado, con una cantidad de habitaciones y lujo exagerados.¿Que tanto turista visita el oriente?, o tiendas nuevas, de ropa y otros artículos caros, en un camino secundario, aislado y desierto.

Antes de salir de viaje a nuestro siguiente destino, aun en Chiquimula, fui a tomar un café a dos cuadras del hotel, frente a una pequeña plaza. Mientras me sentaba en una de las mesas interiores de la cafetería, mirando hacia afuera, veo de repente la llegada de una mujer en sus 40s que se baja de una camioneta grande y se para a la salida del local. Detrás de ella, se bajan de un pick up tres guardaespaldas fuertemente armados, al estilo de oriente, con jeans, camisas de cuadros y botas. 

Conversan diez o quince minutos, ella parece que hace una llamada desde su celular y luego se vuelven a subir a los carros y se van. Una joven, vecina de mesa, me comentó que ese tipo de escenas eran frecuentes.

Alta Verapaz y su clima de conflictividad

Nuestro siguiente destino fue Alta Verapaz, específicamente Telemán y Panzós. Esta región posee zonas muy aisladas, con altos índices de pobreza y un nivel educativo muy bajo. La conflictividad es acá más fuerte y notoria que lo visto en oriente y se refleja de un modo importante en el fenómeno de la invasión de tierras. 

Fidel Ponce hijo, de una familia de empresarios tradicionales de Telemán, relató para el documental sobre los escenarios de la conflictividad en su localidad. En relación al narco, nos comentó que esta clase de actividad se ubica bastante más lejos de este lugar, más cercana al Petén. 

Algo parecido nos dijo Ramiro García, empresario, agricultor y un hombre muy comprometido socialmente con su comunidad. Ramiro nació en una familia numerosa y con pocos recursos, desde muy joven se interesó por estudiar, lo que lo llevó a sacar una carrera profesional y el grado de doctorado en ciencias humanas y sociales. 

También fue militar. Ramiro, con quien sostuvimos extensas e interesantes conversaciones mientras recorríamos diferentes puntos entre Telemán y Panzós, nos mencionó que no se observa una actividad de narcotráfico en esa área, por lo menos no son visibles, que si existe, pero bastante más lejos, cerca de zonas fronterizas.

Quienes saben y nos lo contaron

El coronel Rubén Téllez, vocero del ejército y con bastante experiencia en operativos antinarcóticos, y Alan Ajiatas, fiscal de narcoactividad del Ministerio Público, nos dieron una perspectiva diferente sobre la influencia del narco en la conflictividad social.

En sus respectivas entrevistas para el documental, confirmaron que una estrategia recurrente de los cárteles es financiar el bloqueo de carreteras, disfrazado a veces de protesta social. Estos grupos le pagan a comunidades y distintas organizaciones para que lo lleven a cabo. Estas acciones tienen el objetivo de impedir la entrada de elementos del ejército y la policía, a los lugares donde por ejemplo, se encuentra aterrizando una aeronave para cargar o descargar la droga. 

Rubén y Alan fueron muy claros, tienen la evidencia de innumerables operativos fallidos donde efectivamente las fuerzas de seguridad fueron bloqueadas y obligadas a regresar de un territorio en el cual se estaba dando algún movimiento ilegal. También, por supuesto, se han realizado muchos operativos exitosos, en los cuáles si se pudo entrar y decomisar cargamentos de cocaína o destruir plantaciones de mariguana. 

Una reflexión al final

Y si los narcos financian entonces estas actividades, si comprometen a las poblaciones para que les sirvan de escudo y se relacionan con líderes de algunas organizaciones, por qué no pensar que quizá también están financiando otros escenarios como la invasión de tierras, la oposición a empresas, en fin, todo lo que les signifique a ellos una competencia en el favor de las comunidades o la presencia de personas que no se someterán a sus prácticas y que por lo mismo les resultan incómodas o simplemente indeseables. 

Esto último no lo pudimos ver abiertamente, tampoco nos lo dijeron de modo claro, pero tal como se expresa en el documental, el narco sin duda está ahí, de algún modo influyendo, manejando, comprando, decidiendo y determinando situaciones, hechos, instituciones y personas.