Guatemala es una nación con una estructura social, económica y política muy compleja. Su historia, la cercanía geográfica con México y Estados Unidos que hacen sentir su peso, la gran diversidad de pueblos o etnias que habitan su territorio.

El incremento a comienzos de los 80 de actividades del crimen organizado local e internacional, como el tráfico de drogas y la migración ilegal gestionada por mafias, son algunos componentes que han generado una cultura particular y diversos fenómenos sociales de los cuales a veces es difícil realizar una lectura precisa.

Las huellas de un conflicto histórico

Uno de los eventos históricos que ha marcado el devenir de Guatemala, no solo en aspectos pragmáticos, sino que muy especialmente en la construcción de la estructura psicológica y sociológica de su población.

Fue el larguísimo conflicto armado, en el cual la insurgencia, también conocida como guerrilla, le declaró la guerra al Estado. Una etapa virulenta que se extendió desde fines de la década del 60 hasta el año 1996, cuando se firmó la paz en el país.

Esa conflictividad que no construye, que no resuelve, que huele a algo viejo, obsoleto, a una narrativa oxidada, pero que, sin embargo, y por lo mismo, continúa frenando o matando el desarrollo.

Relaciones Peligrosas

Algunos actores sociales han utilizado para su beneficio lo que quedó de la guerra interna, podríamos decir sus lastres, como los conflictos no resueltos, las promesas incumplidas, también la falta de una visión sólida e integradora para el futuro de Guatemala, peor aún, la falta de comprensión e incorporación de los nuevos paradigmas del desarrollo.

Grietas que pueden ser iluminadoras cuando se saben usar para el cambio y crecimiento de una nación, pero que al mismo tiempo, mal usadas, pueden generar caos y confusión.

Profundizar en este contexto, partiendo de la hipótesis de que una parte importante de los conflictos sociales actuales en el país y motivos de su rezago en distintas áreas, son generados por actores específicos como algunas ONGs y organizaciones herederas de la vieja guerrilla, ciertos sectores de la Iglesia Católica y el movimiento de los cárteles del narcotráfico, así como las relaciones entre ellos, es el tema central del documental “Relaciones Peligrosas, el cártel de la miseria” producido por Naranja Media y República.

Un documental que deja entrever que la conflictividad social en Guatemala tiene otros componentes que la estimulan, que en algunos casos poseen relaciones causales entre sí y con los actores ya mencionados. 

La Guatemala profunda

La ausencia de Estado en amplios territorios del país, las estadísticas dramáticas en cuanto al bajo nivel educativo y el fenómeno de la migración ilegal, relacionado directamente a la escasez de recursos materiales para la sobrevivencia básica.

Está la paradoja de que en ciertos territorios con tasas de desnutrición infantil que están entre las más altas del mundo, existe oposición a la operación de industrias que muchas veces son la única o la más importante fuente de empleo del lugar. 

Paralizar o definitivamente cerrar una industria, puede justificar la presencia de una ONG internacional en el país, puede también permitir protestas o bloqueos que tienen otros objetivos como despejar rutas para el movimiento de la droga, puede, además, transformar en un líder influyente al sacerdote de alguna localidad. 

Intereses que nada tienen que ver con desarrollo social. No hay avance, no hay solución a las demandas de la población.

Circunstancias, transversales y vinculadas por hilos, a veces casi invisibles, las exploró el documental “Relaciones Peligrosas, el cártel de la miseria”.

Las conclusiones

Una postura permanente del equipo realizador y que por lo mismo fue premisa básica en la realización de este documental, es que la realidad, en situaciones de la clase presentadas por la producción, es mucho más compleja y posee más aspectos que los que saltan a primera vista y que, por lo tanto, existen algunos que solo se pueden vislumbrar o intuir más no conocer cabalmente, por lo menos no tan rápido. 

La conclusión es que son realidades que se deben seguir investigando y ese es el objetivo de esta línea de trabajo que representa la nueva y relevante apuesta de este medio.