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Ayer hace 80 años…

Redacción República
30 de marzo, 2019

Ayer hace 80 años…ESTA ES LA HISTORIA URBANA DE JOSÉ VICENTE SOLÓRZANO AGUILAR.

1 …los quioscos de Nueva York amanecieron con el número 27 de la revista Detective Comics a la par del New York Times, el Wall Street Journal, el Daily News y los demás periódicos de la época.

El comprador ocasional (niños que dependían de sus padres, obreros en paro, inmigrantes que empezaban el aprendizaje del inglés), o quien lo venía coleccionando desde el primer número, puesto en circulación en mayo de 1937, ya conocía las aventuras del rudísimo investigador Slam Bradley, el agente gubernamental Speed Saunders y el vengador enmascarado Crimson Avenger.

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El volumen de 64 páginas fechado en mayo de 1939, y puesto a la venta un par de meses antes para asegurarle más tiempo en estanterías, presentaba a un nuevo encapotado, The Bat-Man.

Según la primera viñeta, era «una figura misteriosa y aventurera, luchando por lo que es justo y capturando a malhechores en su solitaria batalla contra las fuerzas del mal».

Hasta el último cuadro se sabe que el disfraz de The Bat-Man es portado por Bruce Wayne, descrito como un joven adinerado que gusta de fumar en pipa y siempre pregunta si más de algo interesante está pasando.

Frecuenta al comisionado Gordon, quien le muestra cierto afecto paternal y piensa, mientras enciende su habano, que «es un muchacho agradable, pero ha de tener una vida muy aburrida. Se le nota desinteresado por todo».

Aunque «El caso del sindicato químico» es la primera aventura publicada de Batman, no es su primera incursión como justiciero por cuenta propia.

El comisionado Gordon comenta que le viene preocupando desde hace tiempo. Desde el comienzo, para que quede bien claro, se establecen dos de las características de The Bat-Man: el misterio alrededor de su persona y su decisión de luchar contra el crimen sin respaldarse en la policía.

Espera a que el sol caiga para ponerse su disfraz y comenzar su patrullaje por la ciudad.

No se andaba con cortesías: al igual que el primer Superman, The Bat-Man lanzaba al criminal por los aires sin importarle a donde iba a dar y sin preguntarse si sobreviviría a la caída.

Descubre que el industrial Alfred Stryker intenta quedarse con la compañía química que compartía con cuatro socios y está detrás de los crímenes que le costaron la vida a dos de ellos.

Lo sujeta, pero Stryker consigue liberarse y le dispara, sin acertarle; The Bat-Man le asesta un puñetazo en la mandíbula; Stryker pierde el equilibrio y cae dentro de un tanque repleto de ácido.

Así terminó la historia, presentada con la sola firma del dibujante Rob’t Kane, luego conocido como Bob Kane, quien se apropió de toda la creación del personaje hasta que muchos años después se restableció el crédito del guionista Bill Finger como legítimo coautor.


2 Me inclino por Batman como personaje favorito, en la discusión a lo Beatles vs. Rolling Stones que lo opone a Superman, porque lo siento más cercano.

Superman y Linterna Verde pueden encargarse de las amenazas procedentes del espacio exterior; la Mujer Maravilla se enfrenta a los dioses y semidioses del panteón griego; Flash puede viajar hasta el siglo XXX para conjurar peligros futuros.

En cambio, Bruce Wayne deja su posición aristocrática para bajar al pueblo raso y defenderlo de un asalto a mano armada. Las balas le rebotan a Superman, Batman puede quedar malherido; Flash recorre en un parpadeo la distancia entre Ciudad Central y Metrópolis.

Batman tiene que darle mantenimiento a su batimóvil; el anillo de poder otorgado a Linterna Verde puede crear cualquier objeto a voluntad del usuario.

Bruce Wayne debe pasar meses en lo que prueba, ensaya y vuelve a probar los artefactos que necesita. Cierto, dispone del dinero suficiente para compensar sus desventajas físicas producto de la herencia dejada por su padre, el doctor Thomas Wayne.

Su trabajo en solitario no puede completarse sin la pequeña ayuda que le prestan sus amigos: el mayordomo Alfred Pennyworth, que no deja de aportar su flema británica al lanzarle pullas a su patrón; los varios Robins, desde Dick Grayson a Carrie Keene Kelley; Barbara Gordon, primera Batichica; Gatúbela, a veces rival, a veces aliada y siempre su amante; el comisionado James Gordon como único lazo que acepta con la autoridad amparada por la placa y el uniforme.

Pero no pueden permanecer demasiados minutos a la par suya sin que los deje hablando a solas o reciban una mirada que los regrese a la segunda línea del frente.

Y siempre estará ahí, listo para descender de las alturas mientras despliega sus alas para caer entre los delincuentes.

Deja unas cuantas narices rotas, algunas espaldas desbaratadas y varias costillas hundidas antes de abandonar la escena para que los investigadores de la policía, mientras recolectan pruebas, se pregunten si su trabajo tiene alguna utilidad pues «Bats» se les adelantó.

3 Total, ayer hace 80 años se reveló la existencia de The Bat-Man ante el público lector. Tal vez exista alguien que lo compra desde esa fecha, alguien que ahora rebasa los 90 años y atesora todos los números publicados desde entonces.

Sigue la evolución del personaje, aprueba o desaprueba los cambios que tuvo a lo largo de las décadas y no quiere morirse sin saber en qué terminará la saga que se prolongó por varios meses, incluso años.

Sus padres gastaron diez centavos de dólar para comprarle el Detective Comics número 27; un ejemplar en buen estado llegó a subastarse en 1 millón 75 mil dólares en 2010.

Nadie imaginó que un objeto concebido con la simple intención de pasar el rato, antes de ocuparse en oficios más útiles, llegaría a costar tanto dinero.

Tampoco se imaginó que sus aventuras se imprimirían sin interrupción y no perderían lectores a pesar del cine, la televisión, el cable, la renta de videos, el auge de internet y esas campañas de alerta, que nunca faltan, acerca de la perniciosa influencia de los superhéroes en las mentes infantiles.

The Bat-Man primero, Batman después, pasó por etapas de franca decadencia. Pero nunca faltarán editores, escritores, dibujantes y entintadores que lo vuelvan a colocar entre las sombras, listo para mantener su particular visión de la ley y el orden en Gotham City, Ciudad Gótica.

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El comprador ocasional (niños que dependían de sus padres, obreros en paro, inmigrantes que empezaban el aprendizaje del inglés), o quien lo venía coleccionando desde el primer número, puesto en circulación en mayo de 1937, ya conocía las aventuras del rudísimo investigador Slam Bradley, el agente gubernamental Speed Saunders y el vengador enmascarado Crimson Avenger.

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El volumen de 64 páginas fechado en mayo de 1939, y puesto a la venta un par de meses antes para asegurarle más tiempo en estanterías, presentaba a un nuevo encapotado, The Bat-Man.

Según la primera viñeta, era «una figura misteriosa y aventurera, luchando por lo que es justo y capturando a malhechores en su solitaria batalla contra las fuerzas del mal».

Hasta el último cuadro se sabe que el disfraz de The Bat-Man es portado por Bruce Wayne, descrito como un joven adinerado que gusta de fumar en pipa y siempre pregunta si más de algo interesante está pasando.

Frecuenta al comisionado Gordon, quien le muestra cierto afecto paternal y piensa, mientras enciende su habano, que «es un muchacho agradable, pero ha de tener una vida muy aburrida. Se le nota desinteresado por todo».

Aunque «El caso del sindicato químico» es la primera aventura publicada de Batman, no es su primera incursión como justiciero por cuenta propia.

El comisionado Gordon comenta que le viene preocupando desde hace tiempo. Desde el comienzo, para que quede bien claro, se establecen dos de las características de The Bat-Man: el misterio alrededor de su persona y su decisión de luchar contra el crimen sin respaldarse en la policía.

Espera a que el sol caiga para ponerse su disfraz y comenzar su patrullaje por la ciudad.

No se andaba con cortesías: al igual que el primer Superman, The Bat-Man lanzaba al criminal por los aires sin importarle a donde iba a dar y sin preguntarse si sobreviviría a la caída.

Descubre que el industrial Alfred Stryker intenta quedarse con la compañía química que compartía con cuatro socios y está detrás de los crímenes que le costaron la vida a dos de ellos.

Lo sujeta, pero Stryker consigue liberarse y le dispara, sin acertarle; The Bat-Man le asesta un puñetazo en la mandíbula; Stryker pierde el equilibrio y cae dentro de un tanque repleto de ácido.

Así terminó la historia, presentada con la sola firma del dibujante Rob’t Kane, luego conocido como Bob Kane, quien se apropió de toda la creación del personaje hasta que muchos años después se restableció el crédito del guionista Bill Finger como legítimo coautor.


2 Me inclino por Batman como personaje favorito, en la discusión a lo Beatles vs. Rolling Stones que lo opone a Superman, porque lo siento más cercano.

Superman y Linterna Verde pueden encargarse de las amenazas procedentes del espacio exterior; la Mujer Maravilla se enfrenta a los dioses y semidioses del panteón griego; Flash puede viajar hasta el siglo XXX para conjurar peligros futuros.

En cambio, Bruce Wayne deja su posición aristocrática para bajar al pueblo raso y defenderlo de un asalto a mano armada. Las balas le rebotan a Superman, Batman puede quedar malherido; Flash recorre en un parpadeo la distancia entre Ciudad Central y Metrópolis.

Batman tiene que darle mantenimiento a su batimóvil; el anillo de poder otorgado a Linterna Verde puede crear cualquier objeto a voluntad del usuario.

Bruce Wayne debe pasar meses en lo que prueba, ensaya y vuelve a probar los artefactos que necesita. Cierto, dispone del dinero suficiente para compensar sus desventajas físicas producto de la herencia dejada por su padre, el doctor Thomas Wayne.

Su trabajo en solitario no puede completarse sin la pequeña ayuda que le prestan sus amigos: el mayordomo Alfred Pennyworth, que no deja de aportar su flema británica al lanzarle pullas a su patrón; los varios Robins, desde Dick Grayson a Carrie Keene Kelley; Barbara Gordon, primera Batichica; Gatúbela, a veces rival, a veces aliada y siempre su amante; el comisionado James Gordon como único lazo que acepta con la autoridad amparada por la placa y el uniforme.

Pero no pueden permanecer demasiados minutos a la par suya sin que los deje hablando a solas o reciban una mirada que los regrese a la segunda línea del frente.

Y siempre estará ahí, listo para descender de las alturas mientras despliega sus alas para caer entre los delincuentes.

Deja unas cuantas narices rotas, algunas espaldas desbaratadas y varias costillas hundidas antes de abandonar la escena para que los investigadores de la policía, mientras recolectan pruebas, se pregunten si su trabajo tiene alguna utilidad pues «Bats» se les adelantó.

3 Total, ayer hace 80 años se reveló la existencia de The Bat-Man ante el público lector. Tal vez exista alguien que lo compra desde esa fecha, alguien que ahora rebasa los 90 años y atesora todos los números publicados desde entonces.

Sigue la evolución del personaje, aprueba o desaprueba los cambios que tuvo a lo largo de las décadas y no quiere morirse sin saber en qué terminará la saga que se prolongó por varios meses, incluso años.

Sus padres gastaron diez centavos de dólar para comprarle el Detective Comics número 27; un ejemplar en buen estado llegó a subastarse en 1 millón 75 mil dólares en 2010.

Nadie imaginó que un objeto concebido con la simple intención de pasar el rato, antes de ocuparse en oficios más útiles, llegaría a costar tanto dinero.

Tampoco se imaginó que sus aventuras se imprimirían sin interrupción y no perderían lectores a pesar del cine, la televisión, el cable, la renta de videos, el auge de internet y esas campañas de alerta, que nunca faltan, acerca de la perniciosa influencia de los superhéroes en las mentes infantiles.

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