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Caminando por la Ciudad: Los amos de la esquina

Se reúnen para platicar de deportes con las clásicas y acaloradas charlas atacando o defendiendo a su equipo favorito, tanto nacional o internacional. Son réferis, tienen mejor ojo que el VAR.

Invitado
06 de marzo, 2022
Los amos de la esquina. Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.

Todas las tardes, los amos y señores de la esquina llegan a su religiosa reunión a la misma hora y con el mismo menú, compuesto de un tarro grande de café espeso, bien negro y sin azúcar para saborearlo. No importa si hace mucho frío o llueve, si hubo marchas sindicales o golpe de Estado, si soplan vientos huracanados: todas las tardes, a partir de las seis, se reúnen Tonito, Juanito y Layo, los tres amigos de toda la vida.

Después de terminar su jornada laboral y familiar, se reúnen para platicar de deportes con las clásicas y acaloradas charlas atacando o defendiendo a su equipo favorito, tanto nacional o internacional. Son réferis, tienen mejor ojo que el VAR.

También se enteran de todos los chismes del barrio y de zonas aledañas, ya que ahí se cuenta quién cambió de empleo, el amigo que descubrieron en un acto ilícito y hablan de las vecinas que se hicieron cambio de look. No faltan alusiones a la política y a todo el acontecer nacional, desde el asalto al chino de la tienda de la esquina hasta la deuda externa del país. Según ellos, el Presidente está haciendo mal las cosas y mejor hay que cambiarlo, opinión que emiten cada cuatro años.

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No se salvan los religiosos del sector, discuten lo que se habló el domingo en el sermón, pero también le conocen su vida pública los otros seis días de la semana, cuando no están subidos en el púlpito.

Tienen la lista exacta de los que levantaron la mano y asisten al grupo de apoyo antialcohólico, los que tienen expedientes abiertos en juzgados de familia, los que acaban de salir de alguna enfermedad grave y de cómo quedó su salud.

Recomiendan cómo deberían de educar las madres a sus hijos para que no sean tan malcriados, pelan al vecino arrogante que pasa sin responderles las buenas tardes porque ya saben que vinieron los del banco a cobrarle los muebles y el vehículo nuevo que aún está pagando a plazos. Chulean a las señoras bonitas que pasan enfrente de ellos y vuelven a pasar ya sea por el mandado de la tienda, las tortillas o a la farmacia, a lo que asumen que es por verlos a ellos que pasan una y otra vez por la misma esquina.

Deberías leer: Caminando por la Ciudad: Donde la Tica 

Cuelgan una jarrilla de agua caliente para seguir el refill y una abundante bolsa de pan dulce donde salen a relucir las conchas, gallinitas, semitas, shecas capitalinas, polvorosas de harina y los inconfundibles cachos con sabor a queso, sin faltar las champurradas bien tostadas, para luego ser remojadas en el espeso y negro café.

Durante décadas son famosos en su esquina de la Avenida Centroamérica. Los patojos pasaban saludándolos, los señores les hacían señal de respeto, las señoras más serias se limitaban a dar las buenas tardes y decirles «con permiso». Los taxistas, autobuseros y repartidores les bocinaban y les respondían con el tarro en alto. Los años también pasan y la esquina se empieza a quedar sola.

Tono fue el primero en partir a la patria celestial, seguido por Layo, y desde lo alto esperaron a Juan en su largo viaje a la eternidad. Ahí siguen comentado lo que sucede en la tierra de los mortales, peleándose por las jugadas polémicas del partido o los presidentes malos que desde arriba ven y comentan, pero en la esquina del barrio se les extraña, esa esquina que ya no volvió a brillar sin la presencia de sus amos.

Te sugerimos leer: Caminando por la Ciudad: Martita la que murió de amor

 

 

 

 

Caminando por la Ciudad: Los amos de la esquina

Se reúnen para platicar de deportes con las clásicas y acaloradas charlas atacando o defendiendo a su equipo favorito, tanto nacional o internacional. Son réferis, tienen mejor ojo que el VAR.

Invitado
06 de marzo, 2022
Los amos de la esquina. Caminando por la Ciudad es el blog de Ángel Álvarez, quien narra historias y situaciones de los habitantes de la capital y otras ciudades.

Todas las tardes, los amos y señores de la esquina llegan a su religiosa reunión a la misma hora y con el mismo menú, compuesto de un tarro grande de café espeso, bien negro y sin azúcar para saborearlo. No importa si hace mucho frío o llueve, si hubo marchas sindicales o golpe de Estado, si soplan vientos huracanados: todas las tardes, a partir de las seis, se reúnen Tonito, Juanito y Layo, los tres amigos de toda la vida.

Después de terminar su jornada laboral y familiar, se reúnen para platicar de deportes con las clásicas y acaloradas charlas atacando o defendiendo a su equipo favorito, tanto nacional o internacional. Son réferis, tienen mejor ojo que el VAR.

También se enteran de todos los chismes del barrio y de zonas aledañas, ya que ahí se cuenta quién cambió de empleo, el amigo que descubrieron en un acto ilícito y hablan de las vecinas que se hicieron cambio de look. No faltan alusiones a la política y a todo el acontecer nacional, desde el asalto al chino de la tienda de la esquina hasta la deuda externa del país. Según ellos, el Presidente está haciendo mal las cosas y mejor hay que cambiarlo, opinión que emiten cada cuatro años.

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No se salvan los religiosos del sector, discuten lo que se habló el domingo en el sermón, pero también le conocen su vida pública los otros seis días de la semana, cuando no están subidos en el púlpito.

Tienen la lista exacta de los que levantaron la mano y asisten al grupo de apoyo antialcohólico, los que tienen expedientes abiertos en juzgados de familia, los que acaban de salir de alguna enfermedad grave y de cómo quedó su salud.

Recomiendan cómo deberían de educar las madres a sus hijos para que no sean tan malcriados, pelan al vecino arrogante que pasa sin responderles las buenas tardes porque ya saben que vinieron los del banco a cobrarle los muebles y el vehículo nuevo que aún está pagando a plazos. Chulean a las señoras bonitas que pasan enfrente de ellos y vuelven a pasar ya sea por el mandado de la tienda, las tortillas o a la farmacia, a lo que asumen que es por verlos a ellos que pasan una y otra vez por la misma esquina.

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Cuelgan una jarrilla de agua caliente para seguir el refill y una abundante bolsa de pan dulce donde salen a relucir las conchas, gallinitas, semitas, shecas capitalinas, polvorosas de harina y los inconfundibles cachos con sabor a queso, sin faltar las champurradas bien tostadas, para luego ser remojadas en el espeso y negro café.

Durante décadas son famosos en su esquina de la Avenida Centroamérica. Los patojos pasaban saludándolos, los señores les hacían señal de respeto, las señoras más serias se limitaban a dar las buenas tardes y decirles «con permiso». Los taxistas, autobuseros y repartidores les bocinaban y les respondían con el tarro en alto. Los años también pasan y la esquina se empieza a quedar sola.

Tono fue el primero en partir a la patria celestial, seguido por Layo, y desde lo alto esperaron a Juan en su largo viaje a la eternidad. Ahí siguen comentado lo que sucede en la tierra de los mortales, peleándose por las jugadas polémicas del partido o los presidentes malos que desde arriba ven y comentan, pero en la esquina del barrio se les extraña, esa esquina que ya no volvió a brillar sin la presencia de sus amos.

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