La industria de exportación guatemalteca abarca casi un 15% del PIB nacional, representando un ingreso superior a 11,175 millones de dólares anuales. De estos bienes exportados, resalta un producto: el banano.
Guatemala, así como del resto de la región latinoamericana (incluidos Ecuador, Colombia, Honduras, República Dominicana y Costa Rica) representa una parte fundamental del mercado bananero mundial, brindando el 60% de la exportación global de la fruta. Con cosechas de alta calidad y productos cuidadosamente seleccionados, las industrias bananeras son responsables de brindar a miles de personas con bananos frescos. Sin embargo, esta industria está experimentando severas dificultades.
En el curso del presente año, la industria bananera nacional, así como la del resto de Centroamérica, el Caribe y Sudamérica, ha debido soportar fuertes alzas de precios a insumos fundamentales para el quehacer bananero. Un ejemplo claro son los fertilizantes, cuyos costos se han incrementado en alrededor de un 45% – a esto podemos sumar el cartón en 30%, el plástico en 45%, entre otros.
Por encima, se ha perdido producción como consecuencia de nuevas regulaciones sobre agroquímicos, al entrar en vigor límites máximos de residuos en importantes mercados de destino (como la UE, por citar un ejemplo), que son virtualmente imposibles de cumplir.
En Guatemala, los productores de banano han debido adaptar sus actividades a exigencias de certificadoras, a las amenazas de plagas devastadoras como el Fusarium Raza 4 Tropical, a los retos que trajo consigo la pandemia del Covid-19, al incremento del costo de fletes marítimos – en algunos casos, del orden de más del 60% debido de la escasez mundial de contenedores y otras razones propias de la logística global.
Estos costos impactan directamente sobre la sostenibilidad y competitividad de la industria bananera de Guatemala, así como de toda la región productora latinoamericana. Además, el precio del banano ha sufrido en 2021 la baja más pronunciada de los últimos 10 años, llegando a ubicarse en diez euros por 40 Lbs, como indica Denis Loeillet, investigador del CIRAD para Reefer Trends, en un artículo publicado a inicios del presente mes de septiembre.
La industria bananera brinda un sustento para millones de familias trabajando en sus sectores agrícolas, logísticos y administrativos. Productores guatemaltecos se han encontrado en una posición de desventaja, ya que las regulaciones previamente mencionadas no están tomando en cuenta las necesidades y las realidades de la producción del país, así como de toda la región – por el clima, por los suelos y por la presencia de ciertas plagas y enfermedades propias de nuestro continente.
El futuro de la industria bananera guatemalteca, de la cual dependen más de 180 mil empleos directos e indirectos – que representa alrededor del millón de personas en el país y que aumenta a 300 mil empleos directos e indirectos cuando sumamos el plátano, otro cultivo golpeado por estas circunstancias, con lo cual la cantidad de guatemaltecos afectados asciende a cerca de 1.5 millones de personas, lo cual que podemos extrapolar a más de siete millones de personas en Latinoamérica –, requiere que estas externalidades no sean soportadas únicamente por los países productores y exportadores, que son quienes ya durante un periodo extenso asumen todos los cuidados de las plantaciones, responsabilidades y demás sacrificios necesarios para llevar el banano a cada rincón del mundo, sino que se involucre a toda la cadena de valor, especialmente al otro extremo de ella.
Es necesario que, en el marco del concepto de la responsabilidad compartida, sean discutidos estos aspectos cruciales para asegurar el compromiso de todos los actores con la sostenibilidad de la industria bananera global.
La industria de exportación guatemalteca abarca casi un 15% del PIB nacional, representando un ingreso superior a 11,175 millones de dólares anuales. De estos bienes exportados, resalta un producto: el banano.
Guatemala, así como del resto de la región latinoamericana (incluidos Ecuador, Colombia, Honduras, República Dominicana y Costa Rica) representa una parte fundamental del mercado bananero mundial, brindando el 60% de la exportación global de la fruta. Con cosechas de alta calidad y productos cuidadosamente seleccionados, las industrias bananeras son responsables de brindar a miles de personas con bananos frescos. Sin embargo, esta industria está experimentando severas dificultades.
En el curso del presente año, la industria bananera nacional, así como la del resto de Centroamérica, el Caribe y Sudamérica, ha debido soportar fuertes alzas de precios a insumos fundamentales para el quehacer bananero. Un ejemplo claro son los fertilizantes, cuyos costos se han incrementado en alrededor de un 45% – a esto podemos sumar el cartón en 30%, el plástico en 45%, entre otros.
Por encima, se ha perdido producción como consecuencia de nuevas regulaciones sobre agroquímicos, al entrar en vigor límites máximos de residuos en importantes mercados de destino (como la UE, por citar un ejemplo), que son virtualmente imposibles de cumplir.
En Guatemala, los productores de banano han debido adaptar sus actividades a exigencias de certificadoras, a las amenazas de plagas devastadoras como el Fusarium Raza 4 Tropical, a los retos que trajo consigo la pandemia del Covid-19, al incremento del costo de fletes marítimos – en algunos casos, del orden de más del 60% debido de la escasez mundial de contenedores y otras razones propias de la logística global.
Estos costos impactan directamente sobre la sostenibilidad y competitividad de la industria bananera de Guatemala, así como de toda la región productora latinoamericana. Además, el precio del banano ha sufrido en 2021 la baja más pronunciada de los últimos 10 años, llegando a ubicarse en diez euros por 40 Lbs, como indica Denis Loeillet, investigador del CIRAD para Reefer Trends, en un artículo publicado a inicios del presente mes de septiembre.
La industria bananera brinda un sustento para millones de familias trabajando en sus sectores agrícolas, logísticos y administrativos. Productores guatemaltecos se han encontrado en una posición de desventaja, ya que las regulaciones previamente mencionadas no están tomando en cuenta las necesidades y las realidades de la producción del país, así como de toda la región – por el clima, por los suelos y por la presencia de ciertas plagas y enfermedades propias de nuestro continente.
El futuro de la industria bananera guatemalteca, de la cual dependen más de 180 mil empleos directos e indirectos – que representa alrededor del millón de personas en el país y que aumenta a 300 mil empleos directos e indirectos cuando sumamos el plátano, otro cultivo golpeado por estas circunstancias, con lo cual la cantidad de guatemaltecos afectados asciende a cerca de 1.5 millones de personas, lo cual que podemos extrapolar a más de siete millones de personas en Latinoamérica –, requiere que estas externalidades no sean soportadas únicamente por los países productores y exportadores, que son quienes ya durante un periodo extenso asumen todos los cuidados de las plantaciones, responsabilidades y demás sacrificios necesarios para llevar el banano a cada rincón del mundo, sino que se involucre a toda la cadena de valor, especialmente al otro extremo de ella.
Es necesario que, en el marco del concepto de la responsabilidad compartida, sean discutidos estos aspectos cruciales para asegurar el compromiso de todos los actores con la sostenibilidad de la industria bananera global.