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Análisis: la política de mano dura de Bukele en El Salvador

La mano dura de Bukele ha sido una de las políticas más aclamadas en América Latina.

Ilustración por Gabo®
Rafael Párraga
28 de agosto, 2023

El fenómeno de la violencia en la región hace que su trabajo, especialmente la divulgación mediática del mismo, haga que los latinoamericanos de todas latitudes aplaudan políticas de este tipo.

  • A pesar de su efectividad en el corto plazo, la política de Bukele parecería ser insostenible con los años, puesto que requiere de un Estado autoritario permanente. 

Panorama general. El Salvador cumplió ayer un año y cinco meses bajo la figura del régimen de excepción. Desde el 27 de marzo de 2022, la suspensión de garantías y derechos constitucionales ha sido prorrogada hasta en 16 ocasiones por una Asamblea Legislativa controlada por el oficialismo. 

  • El régimen de excepción ha permitido al gobierno llevar a cabo, a junio de 2023, más de 71 mil 776 capturas y cifras históricamente bajas de homicidios: 495 en 2022, mientras que en el año 2015, se llegaron a reportar hasta 6 mil 656.
     
  • En este mismo contexto, el gobierno ha creado una megacarcel –el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT)–, con capacidad para 40 mil pandilleros, en la que presuntamente se encuentran hasta 12 mil 500 detenidos.
     
  • Las políticas de Bukele son altamente populares, ya que un 97.7% de los salvadoreños afirma que la violencia ha disminuido y un 81.8% lo atribuye al régimen de excepción. 

Hemeroteca (I). Desde el fin de la guerra civil salvadoreña, la violencia de las maras se convirtió en el mayor reto para el país. El proceso de reconstrucción posguerra se vio entrampado por las deportaciones masivas de pandilleros que residían en EE. UU., además de un amplio capital humano de desmovilizados de guerra, que por años, el único oficio que conocieron fue la violencia. 

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  • El fenómeno de las maras es multicausal, pero los principales factores de su surgimiento y organización son la pobreza, la falta de trabajo, el abandono del Estado, la fragilidad democrática, la cultura de violencia de la guerra y la desintegración familiar.
     
  • En los años de surgimiento de las pandillas, los gobiernos de ARENA implementaron políticas de “mano dura” y, tras su poca efectividad, “súper mano dura”, con el fin de contener su operación.
     
  • Los intentos por reprimir a las pandillas y quitarles el poder dentro de los centros carcelarios, tuvieron como resultado la reestructuración de las maras y el fortalecimiento de su organización interna para sobrevivir. 

Hemeroteca (II). Al fracaso de las políticas represivas le siguió el modelo de los pactos. Los dos gobiernos del FMLN llegaron a treguas con las maras para reducir los homicidios, a cambio de favores y privilegios para los líderes de las maras dentro de las cárceles. 

  • Esta política se llevó a cabo en los primeros años del gobierno de Bukele, hasta la ruptura del pacto en 2022, cuando el presidente declaró la guerra a las maras, como en su momento develó el medio salvadoreño El Faro.

Sí, pero. Mientras que la supresión de derechos como medio para contener la violencia ha funcionado, oculta una serie de irregularidades que favorecen a la corrupción dentro del gobierno. Bajo el régimen de excepción, el gobierno ha incumplido las normas de la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP), promulgada en 2011.

  • Se ha declarado bajo reserva información pública como la ejecución de los fondos del Plan de Control Territorial y la construcción del CECOT. Ha desaparecido la rendición de cuentas del gobierno ante la ciudadanía.
     
  • El régimen de excepción le ha permitido al Estado saltarse los procesos establecidos en la Ley de Adquisiciones y Contrataciones de la Administración Pública (LACAP), facilitando el modelo opaco de compras exprés.
     
  • Las cifras de la reducción de homicidios también son un misterio. Expertos cuestionan los datos que operan bajo reserva y que son imposibles de contrastar: la palabra del gobierno es la única fuente de información.

En el radar. Las políticas de Bukele han sido útiles a corto plazo, sin embargo, no responden a la mayoría de las causas del surgimiento del fenómeno de las maras. Si bien es posible que su poder a nivel nacional se vea significativamente reducido, no garantiza la erradicación del fenómeno. 

  • Las maras son organizaciones transnacionales, con operaciones en el resto de Centroamérica. La versatilidad y adaptabilidad de estos grupos pandilleros no se limita al foco de la política de Bukele, puesto que pueden reorganizarse desde el exterior.
     
  • La cultura de violencia de la guerra civil se replica en el modelo represivo de Bukele, regresando a una de las causas fundamentales de la formación de las maras. Un modelo reactivo es útil, pero para erradicar las maras debe de ser preventivo, algo que, hasta el momento, no se ha ejecutado por Bukele.
     
  • Ninguna política pública va a evitar el surgimiento de nuevas células pandilleras si no ataca los problemas de desempleo, pobreza y desintegración familiar y cultura de violencia que siguen vigentes en El Salvador.

Análisis: la política de mano dura de Bukele en El Salvador

La mano dura de Bukele ha sido una de las políticas más aclamadas en América Latina.

Ilustración por Gabo®
Rafael Párraga
28 de agosto, 2023

El fenómeno de la violencia en la región hace que su trabajo, especialmente la divulgación mediática del mismo, haga que los latinoamericanos de todas latitudes aplaudan políticas de este tipo.

  • A pesar de su efectividad en el corto plazo, la política de Bukele parecería ser insostenible con los años, puesto que requiere de un Estado autoritario permanente. 

Panorama general. El Salvador cumplió ayer un año y cinco meses bajo la figura del régimen de excepción. Desde el 27 de marzo de 2022, la suspensión de garantías y derechos constitucionales ha sido prorrogada hasta en 16 ocasiones por una Asamblea Legislativa controlada por el oficialismo. 

  • El régimen de excepción ha permitido al gobierno llevar a cabo, a junio de 2023, más de 71 mil 776 capturas y cifras históricamente bajas de homicidios: 495 en 2022, mientras que en el año 2015, se llegaron a reportar hasta 6 mil 656.
     
  • En este mismo contexto, el gobierno ha creado una megacarcel –el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT)–, con capacidad para 40 mil pandilleros, en la que presuntamente se encuentran hasta 12 mil 500 detenidos.
     
  • Las políticas de Bukele son altamente populares, ya que un 97.7% de los salvadoreños afirma que la violencia ha disminuido y un 81.8% lo atribuye al régimen de excepción. 

Hemeroteca (I). Desde el fin de la guerra civil salvadoreña, la violencia de las maras se convirtió en el mayor reto para el país. El proceso de reconstrucción posguerra se vio entrampado por las deportaciones masivas de pandilleros que residían en EE. UU., además de un amplio capital humano de desmovilizados de guerra, que por años, el único oficio que conocieron fue la violencia. 

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  • El fenómeno de las maras es multicausal, pero los principales factores de su surgimiento y organización son la pobreza, la falta de trabajo, el abandono del Estado, la fragilidad democrática, la cultura de violencia de la guerra y la desintegración familiar.
     
  • En los años de surgimiento de las pandillas, los gobiernos de ARENA implementaron políticas de “mano dura” y, tras su poca efectividad, “súper mano dura”, con el fin de contener su operación.
     
  • Los intentos por reprimir a las pandillas y quitarles el poder dentro de los centros carcelarios, tuvieron como resultado la reestructuración de las maras y el fortalecimiento de su organización interna para sobrevivir. 

Hemeroteca (II). Al fracaso de las políticas represivas le siguió el modelo de los pactos. Los dos gobiernos del FMLN llegaron a treguas con las maras para reducir los homicidios, a cambio de favores y privilegios para los líderes de las maras dentro de las cárceles. 

  • Esta política se llevó a cabo en los primeros años del gobierno de Bukele, hasta la ruptura del pacto en 2022, cuando el presidente declaró la guerra a las maras, como en su momento develó el medio salvadoreño El Faro.

Sí, pero. Mientras que la supresión de derechos como medio para contener la violencia ha funcionado, oculta una serie de irregularidades que favorecen a la corrupción dentro del gobierno. Bajo el régimen de excepción, el gobierno ha incumplido las normas de la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP), promulgada en 2011.

  • Se ha declarado bajo reserva información pública como la ejecución de los fondos del Plan de Control Territorial y la construcción del CECOT. Ha desaparecido la rendición de cuentas del gobierno ante la ciudadanía.
     
  • El régimen de excepción le ha permitido al Estado saltarse los procesos establecidos en la Ley de Adquisiciones y Contrataciones de la Administración Pública (LACAP), facilitando el modelo opaco de compras exprés.
     
  • Las cifras de la reducción de homicidios también son un misterio. Expertos cuestionan los datos que operan bajo reserva y que son imposibles de contrastar: la palabra del gobierno es la única fuente de información.

En el radar. Las políticas de Bukele han sido útiles a corto plazo, sin embargo, no responden a la mayoría de las causas del surgimiento del fenómeno de las maras. Si bien es posible que su poder a nivel nacional se vea significativamente reducido, no garantiza la erradicación del fenómeno. 

  • Las maras son organizaciones transnacionales, con operaciones en el resto de Centroamérica. La versatilidad y adaptabilidad de estos grupos pandilleros no se limita al foco de la política de Bukele, puesto que pueden reorganizarse desde el exterior.
     
  • La cultura de violencia de la guerra civil se replica en el modelo represivo de Bukele, regresando a una de las causas fundamentales de la formación de las maras. Un modelo reactivo es útil, pero para erradicar las maras debe de ser preventivo, algo que, hasta el momento, no se ha ejecutado por Bukele.
     
  • Ninguna política pública va a evitar el surgimiento de nuevas células pandilleras si no ataca los problemas de desempleo, pobreza y desintegración familiar y cultura de violencia que siguen vigentes en El Salvador.