El pasado 29 de septiembre, el presidente electo Bernardo Arévalo partió hacia México, donde fue invitado especial del izquierdista Grupo de Puebla. No logró llegar a Washington, donde pretendía reunirse con la diáspora guatemalteca, así como con funcionarios del Departamento de Estado estadounidense y la OEA.

Panorama general. El pasado fin de semana, el Ministerio Público (MP) allanó la sede del Tribunal Supremo Electoral, decomisando cientos de actas correspondientes a la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

• Arévalo, quejándose de asonadas en su contra, se vio obligado a acortar su gira y regresar a Guatemala, cosa que estimará lamentable, pues este viaje habría sido su debut diplomático como mandatario.
   
• No puede obviarse el teatro político de ambos lados. Arévalo es consciente de que las acciones del MP, por fastidiosas que resulten, no obstaculizarán su toma de posesión. Él mismo reconoce su amplio apoyo internacional.

Entre líneas. No es la primera vez que Arévalo falla en el intento de pisar suelo estadounidense. Antes de que se celebrara la segunda vuelta de las elecciones, y en reacción a las primeras maniobras legales en contra de Semilla, canceló su viaje a EE. UU., donde tenía previsto dirigirse al Atlantic Council.

• Su presencia en el Grupo de Puebla es un acto de malabarismo. Sirve para complacer a los segmentos radicales de su partido, máxime cuando a Arévalo se le percibe como un moderado que se ha acercado al empresariado.
   
• Arévalo se ve ante la necesidad de gestionar sus diferentes personalidades políticas. Siendo un candidato de protesta, gran parte de su voto no es ideológico, pero su partido cuenta con facciones indudablemente izquierdistas.
   
• Semilla tiene garantizado el apoyo de EE. UU. Esto se ha visto reflejado en el actuar de la OEA y de la diplomacia estadounidense, de manera que al partido no le urge codearse con el establishment en Washington.

Qué destacar. A pesar de lo corto del viaje, el tiempo bastó para que Arévalo se ganara la amistad de AMLO. El mandatario mexicano, cuya sintonía ideológica con Arévalo es innegable, abandonará la presidencia el próximo año, pero se prevé la permanencia de su partido en el poder, razón por la cual resulta conveniente cultivar lazos.

• Como se señaló anteriormente, el presidente electo asistió a la cumbre del Grupo de Puebla en calidad de invitado especial. A este foro de la izquierda hispanoamericana e ibérica se le conoce por su defensa de las dictaduras venezolana, cubana y nicaragüense.
   
• Al encuentro asistieron la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, el expresidente ecuatoriano Rafael Correa y el canciller cubano Bruno Rodríguez. Estuvo presente, además, el Movimiento al Socialismo boliviano.
   
• Como parte de una política exterior “progresista”, se propuso la creación de una moneda común para facilitar la desdolarización. El evento también sirvió para vitorear a Claudia Sheinbaum, la heredera política de AMLO.

Ecos regionales. Arévalo puede ser comparado con el presidente chileno Gabriel Boric. Ambos son izquierdistas que, al acercarse al poder, han adoptado un discurso conciliador; ambos, además, se distinguen de la tradicional izquierda latinoamericana, adoptando modelos más cercanos a la socialdemocracia.

• El perfil de Boric se adecúa más a Boston que a Santiago de Chile. Desde que asumió la presidencia en 2022, ha sido de los defensores más furibundos de los “objetivos democráticos” de EE. UU. en Latinoamérica.
   
• Arévalo, aunque algo mayor, se le asemeja: es diplomático, intelectual, culto y cosmopolita. Su apellido le sirve de mucho; ha logrado aglutinar un electorado que, en cualquier otra coyuntura, no habría compartido boleta.
   
• Dicho esto, su relación con EE. UU. será diferente. Chile está muy lejos de EE. UU., pero Guatemala seguirá lidiando con sus problemas, como lo son la migración y el narcotráfico, lo que inevitablemente tensará las relaciones.