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De Trotsky a Glas: México y su larga tradición de asilo político

Ilustración por Gabo®
Rafael Párraga
15 de abril, 2024

La irrupción de la policía ecuatoriana en la embajada de México ha sido el punto álgido para una larga tradición de política exterior mexicana. Jorge Glas ha sido solamente el más reciente de una lista de personajes que han recibido asilo de parte de México. La reacción del gobierno ecuatoriano ha abierto el debate, nuevamente, sobre el peso de la soberanía en las relaciones internacionales.  

  • Las acciones del presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, representaron –de acuerdo con las autoridades mexicanas– “una violación flagrante al derecho internacional y a la soberanía de México”. 

  • La captura de Glas dentro de la sede diplomática viola tanto la Convención de Viena (1969) como la Convención de Caracas (1954), sin embargo, evidencia también los excesos que dichos tratados permiten en contra de la autoridad nacional. 

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  • México es un paraíso de asilo en la región y, a su vez, un obstáculo importante para la soberanía del resto. 

Fisgón histórico. Históricamente, por México han pasado figuras de todo calibre; filósofos, periodistas y políticos tanto de izquierda como de derecha, variando los perfiles de acuerdo con los intereses del gobierno de turno. A pesar de las diferencias, el asilo es una política de Estado mexicana que ha sobrevivido a lo largo del tiempo. Desde finales del siglo XIX hasta hoy, México ha dado asilo a personajes como los cubanos José Martí y Fidel Castro, como también al propio Ernesto “Che” Guevara.  

  • La lista incluye al filósofo ruso León Trotsky; al pensador político peruano, Víctor Haya de la Torre; al expresidente argentino, Héctor Cámpora, e incluso el Sha de Irán, Mohammad Reza Pahlavi.  

  • Más recientemente, México también ha sido un refugio para las familias de Salvador Allende y Pedro Castillo; los expresidentes Manuel Zelaya y Evo Morales, así como para Rigoberta Menchú.  

Cómo funciona. La política de asilo ha supuesto para México un mecanismo de cohesión de memoria histórica, derivada de su revolución. La Revolución mexicana es uno de los grandes mitos fundacionales del país. De dicho fenómeno nació la idea de una nación democrática y abierta al mundo. Es así como durante el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas, nació el concepto de un México de “puertas abiertas”.  

  • El asilo ha sido fundamental para sostener dicha narrativa, sin discriminar entre ideologías y primando un concepto universalista de la democracia.  

  • Dicha práctica ha servido para imponer lo que en ciencia política se conoce como “memoria encuadrada”: la manipulación de la historia, seleccionando hechos convenientes de recordar y olvidar, para sostener un fin específico. 

  • La política de puertas abiertas ha servido para legitimar la memoria de la Revolución, distinguirse del resto de democracias en la región —e incluso de EE. UU.— y calmar trifulcas de la política interna del país. 

Entre líneas. México es un caso paradigmático de una “dictadura perfecta”. Mecanismos como el asilo político han creado un pensamiento generalizado de un país democrático y abierto al mundo, a pesar de haber sostenido, con el PRI, una dictadura de partido único a efectos prácticos. Hoy en día, la tradición continúa, con Morena afianzándose dónde el PRI dominó por 70 años. En México, el poder cambió de manos, pero no la manera de ejercerlo. La memoria encuadrada ha permitido mantener la estabilidad de la política interna mexicana y, a su vez, defender el recuerdo selectivo de su mito fundacional.  

  • La memoria encuadrada ha canonizado una Revolución que, a efectos prácticos, no fue más que un reclamo abrupto del poder que Porfirio Díaz le había quitado a los distintos caudillos regionales de México.

  • Ecuador ha sido víctima de una política –la mexicana– que abusa de los mecanismos del sistema internacional, pero que le sirve a México para mantener el statu quo afianzado desde 1917. 

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De Trotsky a Glas: México y su larga tradición de asilo político

Ilustración por Gabo®
Rafael Párraga
15 de abril, 2024

La irrupción de la policía ecuatoriana en la embajada de México ha sido el punto álgido para una larga tradición de política exterior mexicana. Jorge Glas ha sido solamente el más reciente de una lista de personajes que han recibido asilo de parte de México. La reacción del gobierno ecuatoriano ha abierto el debate, nuevamente, sobre el peso de la soberanía en las relaciones internacionales.  

  • Las acciones del presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, representaron –de acuerdo con las autoridades mexicanas– “una violación flagrante al derecho internacional y a la soberanía de México”. 

  • La captura de Glas dentro de la sede diplomática viola tanto la Convención de Viena (1969) como la Convención de Caracas (1954), sin embargo, evidencia también los excesos que dichos tratados permiten en contra de la autoridad nacional. 

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  • México es un paraíso de asilo en la región y, a su vez, un obstáculo importante para la soberanía del resto. 

Fisgón histórico. Históricamente, por México han pasado figuras de todo calibre; filósofos, periodistas y políticos tanto de izquierda como de derecha, variando los perfiles de acuerdo con los intereses del gobierno de turno. A pesar de las diferencias, el asilo es una política de Estado mexicana que ha sobrevivido a lo largo del tiempo. Desde finales del siglo XIX hasta hoy, México ha dado asilo a personajes como los cubanos José Martí y Fidel Castro, como también al propio Ernesto “Che” Guevara.  

  • La lista incluye al filósofo ruso León Trotsky; al pensador político peruano, Víctor Haya de la Torre; al expresidente argentino, Héctor Cámpora, e incluso el Sha de Irán, Mohammad Reza Pahlavi.  

  • Más recientemente, México también ha sido un refugio para las familias de Salvador Allende y Pedro Castillo; los expresidentes Manuel Zelaya y Evo Morales, así como para Rigoberta Menchú.  

Cómo funciona. La política de asilo ha supuesto para México un mecanismo de cohesión de memoria histórica, derivada de su revolución. La Revolución mexicana es uno de los grandes mitos fundacionales del país. De dicho fenómeno nació la idea de una nación democrática y abierta al mundo. Es así como durante el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas, nació el concepto de un México de “puertas abiertas”.  

  • El asilo ha sido fundamental para sostener dicha narrativa, sin discriminar entre ideologías y primando un concepto universalista de la democracia.  

  • Dicha práctica ha servido para imponer lo que en ciencia política se conoce como “memoria encuadrada”: la manipulación de la historia, seleccionando hechos convenientes de recordar y olvidar, para sostener un fin específico. 

  • La política de puertas abiertas ha servido para legitimar la memoria de la Revolución, distinguirse del resto de democracias en la región —e incluso de EE. UU.— y calmar trifulcas de la política interna del país. 

Entre líneas. México es un caso paradigmático de una “dictadura perfecta”. Mecanismos como el asilo político han creado un pensamiento generalizado de un país democrático y abierto al mundo, a pesar de haber sostenido, con el PRI, una dictadura de partido único a efectos prácticos. Hoy en día, la tradición continúa, con Morena afianzándose dónde el PRI dominó por 70 años. En México, el poder cambió de manos, pero no la manera de ejercerlo. La memoria encuadrada ha permitido mantener la estabilidad de la política interna mexicana y, a su vez, defender el recuerdo selectivo de su mito fundacional.  

  • La memoria encuadrada ha canonizado una Revolución que, a efectos prácticos, no fue más que un reclamo abrupto del poder que Porfirio Díaz le había quitado a los distintos caudillos regionales de México.

  • Ecuador ha sido víctima de una política –la mexicana– que abusa de los mecanismos del sistema internacional, pero que le sirve a México para mantener el statu quo afianzado desde 1917.