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El Salvador libra una discreta guerra cultural

.
Sebastián Gennari
01 de febrero, 2024

En El Salvador, el Gobierno libra una batalla discreta en contra de lo que comúnmente se denomina ideología de género. Las agencias de cooperación de otros países –por no hablar de las ONG internacionales– han recibido instrucciones claras de no atentar contra la “moral” de los alumnos.

  • Esto ha puesto a El Salvador en riesgo de un choque frontal con USAID, la encargada de distribuir los fondos de cooperación de Washington. USAID, que empuja políticas DEI (diversidad, equidad e inclusión), no ha tenido más remedio que aceptar las directrices salvadoreñas.
  • El Ministerio de Educación ha puesto especial atención en examinar todos los materiales educativos provenientes del extranjero. Sus funcionarios se expresan en términos tajantes: no se tolerarán materiales que amenacen “nuestros principios” y “la visión del país que queremos construir”.
  • El Gobierno se muestra especialmente preocupado por los materiales educativos apuntados hacia los estudiantes de educación básica. Hace unos meses, por ejemplo, la aparición de una bandera LGBT en un libro desató controversia.

Hemeroteca. El temor no es únicamente por los niños, sino por sus padres, que son capaces de formar organizaciones que empañan el actuar de agencias estatales. El mejor ejemplo de esto es la Alianza de Padres de Familia, que en septiembre provocó la destitución de Carlos Rodríguez Rivas, hasta entonces director del Instituto de Formación Docente (INFOD).

  • La controversia surgió cuando Canal 10, la televisión pública de El Salvador emitió Aprendamos en casa, un segmento educativo que hablaba de las distintas orientaciones sexuales.
  • El Estado respondió no sólo con la destitución de Rodríguez, sino también con una “reestructuración profunda” del INFOD, que perdió su espacio en Canal 10.
  • En general, se percibe un giro conservador desde el nombramiento de José Mauricio Pineda como ministro de Educación. Reemplazó a Carla Hanania, socióloga por la Universidad de Lovaina, en Bélgica, y otrora asociada a ACNUDH, el organismo de derechos humanos de la ONU.

Entre líneas. Como dijera el Ministerio de Educación en agosto, el Estado tiene el único objetivo de “velar por la niñez, proteger su salud mental y fomentar los valores familiares”. Pero las nuevas directrices tienen una segunda función: limitar el poder de las ONG y de las organizaciones estatales extranjeras presentes en el país.

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  • Estos organismos actúan como Estados paralelos con ideologías que chocan con la de los anfitriones. Sus nebulosas fuentes de financiamiento, a lo que debe sumarse la protección prestada por sus países de origen, les proporciona un inmenso grado de poder e influencia.
  • Las organizaciones como USAID manejan presupuestos inmensos: entre abril de 2021 y febrero de 2023, obtuvo US$261M en fondos para el llamado Triángulo Norte, compuesto por Honduras, Guatemala y El Salvador.
  • El Salvador no puede renunciar a estos fondos, pero sí los puede condicionar e influir en su uso. Por ello, San Salvador ha dicho a USAID que los únicos programas de equidad que tolerará son aquellos que busquen garantizar el acceso a la educación de niñas.

El porvenir. No hace falta resaltar la singularidad ideológica del Gobierno de Nayib Bukele, que no encaja dentro de los típicos parámetros de la izquierda y derecha latinoamericanas. En todo caso, la postura educativa de su Gobierno no le restará apoyos; al contrario, en un país conservador como el suyo, se verá beneficiado.

  • Bukele es, por supuesto, inmensamente popular, aunque abundan sus detractores, sobre todo en el exterior. Siendo francos, nadie ama u odia al mandatario por su faceta de guerrero cultural opuesto a la ideología de género.
  • Más allá de verlo como el redentor o verdugo de El Salvador, debe observarse la forma en que ha logrado constreñir el poder de USAID y las agencias con fines similares, sean estatales o no.
  • Con frecuencia se piensa que las naciones centroamericanas carecen de poder alguno. Craso error. Son soberanas, al menos formalmente, de ahí que las ONG acatan las directrices educativas salvadoreñas. La alternativa, susurran quienes saben, era perder la personalidad jurídica.
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El Salvador libra una discreta guerra cultural

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Sebastián Gennari
01 de febrero, 2024

En El Salvador, el Gobierno libra una batalla discreta en contra de lo que comúnmente se denomina ideología de género. Las agencias de cooperación de otros países –por no hablar de las ONG internacionales– han recibido instrucciones claras de no atentar contra la “moral” de los alumnos.

  • Esto ha puesto a El Salvador en riesgo de un choque frontal con USAID, la encargada de distribuir los fondos de cooperación de Washington. USAID, que empuja políticas DEI (diversidad, equidad e inclusión), no ha tenido más remedio que aceptar las directrices salvadoreñas.
  • El Ministerio de Educación ha puesto especial atención en examinar todos los materiales educativos provenientes del extranjero. Sus funcionarios se expresan en términos tajantes: no se tolerarán materiales que amenacen “nuestros principios” y “la visión del país que queremos construir”.
  • El Gobierno se muestra especialmente preocupado por los materiales educativos apuntados hacia los estudiantes de educación básica. Hace unos meses, por ejemplo, la aparición de una bandera LGBT en un libro desató controversia.

Hemeroteca. El temor no es únicamente por los niños, sino por sus padres, que son capaces de formar organizaciones que empañan el actuar de agencias estatales. El mejor ejemplo de esto es la Alianza de Padres de Familia, que en septiembre provocó la destitución de Carlos Rodríguez Rivas, hasta entonces director del Instituto de Formación Docente (INFOD).

  • La controversia surgió cuando Canal 10, la televisión pública de El Salvador emitió Aprendamos en casa, un segmento educativo que hablaba de las distintas orientaciones sexuales.
  • El Estado respondió no sólo con la destitución de Rodríguez, sino también con una “reestructuración profunda” del INFOD, que perdió su espacio en Canal 10.
  • En general, se percibe un giro conservador desde el nombramiento de José Mauricio Pineda como ministro de Educación. Reemplazó a Carla Hanania, socióloga por la Universidad de Lovaina, en Bélgica, y otrora asociada a ACNUDH, el organismo de derechos humanos de la ONU.

Entre líneas. Como dijera el Ministerio de Educación en agosto, el Estado tiene el único objetivo de “velar por la niñez, proteger su salud mental y fomentar los valores familiares”. Pero las nuevas directrices tienen una segunda función: limitar el poder de las ONG y de las organizaciones estatales extranjeras presentes en el país.

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  • Estos organismos actúan como Estados paralelos con ideologías que chocan con la de los anfitriones. Sus nebulosas fuentes de financiamiento, a lo que debe sumarse la protección prestada por sus países de origen, les proporciona un inmenso grado de poder e influencia.
  • Las organizaciones como USAID manejan presupuestos inmensos: entre abril de 2021 y febrero de 2023, obtuvo US$261M en fondos para el llamado Triángulo Norte, compuesto por Honduras, Guatemala y El Salvador.
  • El Salvador no puede renunciar a estos fondos, pero sí los puede condicionar e influir en su uso. Por ello, San Salvador ha dicho a USAID que los únicos programas de equidad que tolerará son aquellos que busquen garantizar el acceso a la educación de niñas.

El porvenir. No hace falta resaltar la singularidad ideológica del Gobierno de Nayib Bukele, que no encaja dentro de los típicos parámetros de la izquierda y derecha latinoamericanas. En todo caso, la postura educativa de su Gobierno no le restará apoyos; al contrario, en un país conservador como el suyo, se verá beneficiado.

  • Bukele es, por supuesto, inmensamente popular, aunque abundan sus detractores, sobre todo en el exterior. Siendo francos, nadie ama u odia al mandatario por su faceta de guerrero cultural opuesto a la ideología de género.
  • Más allá de verlo como el redentor o verdugo de El Salvador, debe observarse la forma en que ha logrado constreñir el poder de USAID y las agencias con fines similares, sean estatales o no.
  • Con frecuencia se piensa que las naciones centroamericanas carecen de poder alguno. Craso error. Son soberanas, al menos formalmente, de ahí que las ONG acatan las directrices educativas salvadoreñas. La alternativa, susurran quienes saben, era perder la personalidad jurídica.