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Existe un Reino donde la felicidad es más importante que la riqueza económica

No se trata de la frase de inicio de un cuento de hadas. Es Bután, un país de 750 mil habitantes ubicado en la cordillera del Himalaya, donde se instauró la Felicidad Nacional Bruta (FNB) y se creó un índice para medirla.

Bután, el reino de la felicidad.
Mariana Caprile |
24 de marzo, 2023

La actual Constitución del Reino de Bután, en su artículo 9.2, establece: “El Estado se esforzará en promover las condiciones que permitan la consecución de la Felicidad Nacional Bruta”. Resulta inusual y curioso, a lo menos, que el supremo marco normativo de una nación -aquél que ofrece lineamientos para su funcionamiento político y socio-económico- contemple la búsqueda de la felicidad, ese estado emocional que muchos consideran esquivo, efímero o inalcanzable. Y es que, para los gobernantes y la gente de ese pequeño territorio del sur de Asia, la felicidad no es una quimera.  

En Bután, se rigen por la visión y filosofía de la Felicidad Nacional Bruta (FNB) -o Gross National Happiness (GNH)-, un término formulado en la década de los setenta, y existe un índice para orientar y monitorear su progreso, el cual está conformado por 9 dimensiones. “Creemos que éstas recogen, de manera holística, todo lo que le importa a la gente. Y, por ende, deben formar las bases de las intenciones y acciones del gobierno”, aseguró Dasho Karma Tshiteem, ex-secretario de la Comisión Nacional para la Felicidad de Bután. 

Cinco de esas áreas: Salud, Educación, Condiciones o Estándares de vida, Buen gobierno y Diversidad ecológica y resiliencia, son similares a las consideradas -en mayor o menor medida- por otras naciones. Los 4 componentes restantes son particulares de Bután: 

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Bienestar psicológico: vinculado con las emociones, la espiritualidad y el desarrollo de habilidades y herramientas para tener salud mental -entre otras: enseñanza de meditación en las escuelas-. “Un incremento de personas enfrentando temas como suicidio, en países desarrollados, es una señal de que tan sólo el aumento de ingresos no conduce al bienestar y la felicidad”.

Uso del tiempo: hace referencia a la buena utilización de este recurso tan “importante y finito”; el equilibrio entre el trabajo –remunerado y no remunerado-, el ocio y el sueño. “Los humanos están dotados de tiempo para lograr lo que quieran alcanzar en la vida. Manteniendo el enfoque en él, [en Bután] esperamos evitar largos viajes o traslados al trabajo”.

Vitalidad de la comunidad: alude a las relaciones humanas -entre familiares, amigos y también desconocidos- y su interacción a través de actos de nobleza, voluntariado y donaciones de tiempo y dinero. “Para los seres humanos, las relaciones sociales son clave para experimentar felicidad”. 

Diversidad cultural y resiliencia: toma en cuenta los siguientes indicadores: la lengua natal, las habilidades artesanales -como tejido, escultura, tallado, pintura, orfebrería y platería-, la participación socio-cultural y “el comportamiento esperado” de vestimenta y etiqueta.

Además de la creación del índice de FNB, se constituyó una comisión responsable de elaborar políticas y programas que conlleven a la felicidad, se diseñaron herramientas para evaluar su efectividad y periódicamente se realizan encuestas para monitorear si este estado emocional aumenta. 

Según relató Tshiteem, en enero de 2021 en un evento denominado “Congreso Futuro”, “este camino empezó con el cuarto rey [de Bután], Jigme Singye Wangchuck, cuando determinó que la FNB es más importante que el Producto Interno Bruto (PIB). Presentó un paradigma alternativo de desarrollo con un claro enfoque en lo que realmente interesa: el bienestar de las personas. Se basa en la idea de que, definitivamente, lo que la gente realmente desea de la vida es felicidad y, si éste es el caso, entonces la orientación de los gobiernos debe ser crear condiciones, a través de políticas y programas, que posibiliten su obtención (…)”.

Desde que fue concebida, los 4 pilares de la FNB han sido: Desarrollo socio-económico sostenible y equitativo, cuyo foco está puesto en educación y servicios de salud gratis, reducción de la pobreza, desarrollo rural y generación de empleos; Conservación del medioambiente, manteniendo y protegiendo un 60% de los bosques de su territorio, junto a otras medidas; Preservación y promoción del patrimonio cultural y espiritual, como el idioma, la arquitectura, la vestimenta, los festivales tradicionales, las artesanías; Buen gobierno, fortaleciendo el Estado de Derecho, implementando acciones para combatir la corrupción, mejorando los servicios públicos y descentralizando. 

Sin embargo, “tener un índice y un marco para la formulación de políticas, no se traduce en que se alcanzará la felicidad automáticamente. Son instrumentos para crear las instituciones necesarias que trabajarán para el bienestar de todos. Para lograrlo, también se necesita un gran liderazgo (…)”, acotó el ex-secretario de la Comisión Nacional para la Felicidad.

No es un requisito practicar el budismo ni ser asiático para compartir la filosofía de Bután y aplicar su modelo. El visionario y estadista latinoamericano, Simón Bolívar, afirmó en 1819 que “el sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Ojalá nuestros líderes, más de 200 años después, coincidieran con ese enfoque…

*Este artículo forma parte de una serie sobre Felicidad y Bienestar que se estará publicando durante el mes de marzo en República. Los invitamos a leernos y dejar sus comentarios.

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Existe un Reino donde la felicidad es más importante que la riqueza económica

No se trata de la frase de inicio de un cuento de hadas. Es Bután, un país de 750 mil habitantes ubicado en la cordillera del Himalaya, donde se instauró la Felicidad Nacional Bruta (FNB) y se creó un índice para medirla.

Mariana Caprile |
24 de marzo, 2023
Bután, el reino de la felicidad.

La actual Constitución del Reino de Bután, en su artículo 9.2, establece: “El Estado se esforzará en promover las condiciones que permitan la consecución de la Felicidad Nacional Bruta”. Resulta inusual y curioso, a lo menos, que el supremo marco normativo de una nación -aquél que ofrece lineamientos para su funcionamiento político y socio-económico- contemple la búsqueda de la felicidad, ese estado emocional que muchos consideran esquivo, efímero o inalcanzable. Y es que, para los gobernantes y la gente de ese pequeño territorio del sur de Asia, la felicidad no es una quimera.  

En Bután, se rigen por la visión y filosofía de la Felicidad Nacional Bruta (FNB) -o Gross National Happiness (GNH)-, un término formulado en la década de los setenta, y existe un índice para orientar y monitorear su progreso, el cual está conformado por 9 dimensiones. “Creemos que éstas recogen, de manera holística, todo lo que le importa a la gente. Y, por ende, deben formar las bases de las intenciones y acciones del gobierno”, aseguró Dasho Karma Tshiteem, ex-secretario de la Comisión Nacional para la Felicidad de Bután. 

Cinco de esas áreas: Salud, Educación, Condiciones o Estándares de vida, Buen gobierno y Diversidad ecológica y resiliencia, son similares a las consideradas -en mayor o menor medida- por otras naciones. Los 4 componentes restantes son particulares de Bután: 

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Bienestar psicológico: vinculado con las emociones, la espiritualidad y el desarrollo de habilidades y herramientas para tener salud mental -entre otras: enseñanza de meditación en las escuelas-. “Un incremento de personas enfrentando temas como suicidio, en países desarrollados, es una señal de que tan sólo el aumento de ingresos no conduce al bienestar y la felicidad”.

Uso del tiempo: hace referencia a la buena utilización de este recurso tan “importante y finito”; el equilibrio entre el trabajo –remunerado y no remunerado-, el ocio y el sueño. “Los humanos están dotados de tiempo para lograr lo que quieran alcanzar en la vida. Manteniendo el enfoque en él, [en Bután] esperamos evitar largos viajes o traslados al trabajo”.

Vitalidad de la comunidad: alude a las relaciones humanas -entre familiares, amigos y también desconocidos- y su interacción a través de actos de nobleza, voluntariado y donaciones de tiempo y dinero. “Para los seres humanos, las relaciones sociales son clave para experimentar felicidad”. 

Diversidad cultural y resiliencia: toma en cuenta los siguientes indicadores: la lengua natal, las habilidades artesanales -como tejido, escultura, tallado, pintura, orfebrería y platería-, la participación socio-cultural y “el comportamiento esperado” de vestimenta y etiqueta.

Además de la creación del índice de FNB, se constituyó una comisión responsable de elaborar políticas y programas que conlleven a la felicidad, se diseñaron herramientas para evaluar su efectividad y periódicamente se realizan encuestas para monitorear si este estado emocional aumenta. 

Según relató Tshiteem, en enero de 2021 en un evento denominado “Congreso Futuro”, “este camino empezó con el cuarto rey [de Bután], Jigme Singye Wangchuck, cuando determinó que la FNB es más importante que el Producto Interno Bruto (PIB). Presentó un paradigma alternativo de desarrollo con un claro enfoque en lo que realmente interesa: el bienestar de las personas. Se basa en la idea de que, definitivamente, lo que la gente realmente desea de la vida es felicidad y, si éste es el caso, entonces la orientación de los gobiernos debe ser crear condiciones, a través de políticas y programas, que posibiliten su obtención (…)”.

Desde que fue concebida, los 4 pilares de la FNB han sido: Desarrollo socio-económico sostenible y equitativo, cuyo foco está puesto en educación y servicios de salud gratis, reducción de la pobreza, desarrollo rural y generación de empleos; Conservación del medioambiente, manteniendo y protegiendo un 60% de los bosques de su territorio, junto a otras medidas; Preservación y promoción del patrimonio cultural y espiritual, como el idioma, la arquitectura, la vestimenta, los festivales tradicionales, las artesanías; Buen gobierno, fortaleciendo el Estado de Derecho, implementando acciones para combatir la corrupción, mejorando los servicios públicos y descentralizando. 

Sin embargo, “tener un índice y un marco para la formulación de políticas, no se traduce en que se alcanzará la felicidad automáticamente. Son instrumentos para crear las instituciones necesarias que trabajarán para el bienestar de todos. Para lograrlo, también se necesita un gran liderazgo (…)”, acotó el ex-secretario de la Comisión Nacional para la Felicidad.

No es un requisito practicar el budismo ni ser asiático para compartir la filosofía de Bután y aplicar su modelo. El visionario y estadista latinoamericano, Simón Bolívar, afirmó en 1819 que “el sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Ojalá nuestros líderes, más de 200 años después, coincidieran con ese enfoque…

*Este artículo forma parte de una serie sobre Felicidad y Bienestar que se estará publicando durante el mes de marzo en República. Los invitamos a leernos y dejar sus comentarios.