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Cobán: turismo como forma de vida y desarrollo común

Redacción República
07 de junio, 2015

Le pongo esta imagen en su cabeza: está caminando en medio de una plantación de té que parece no tener fin, el cielo está despejado, el aire es limpio y fresco, todo aquello por lo que se preocupa día a día aquí parece no tener importancia y puede estar a solas con sus pensamientos. Usted está en Cobán.

¿Le gustó la idea? Pues entonces “agarre” camino cualquier fin de semana. Recuerde que la forma tradicional de viaje, aquel de hoteles de cadena de varias estrellas y comida que se parece a todas, parece perder adeptos cada minuto. Otros tipos de turismo, como el de agricultura y de aventura, cobran fuerza cada día.

Hay dos poderosas razones, entre muchas, que nos llevan a estos caminos menos sofisticados pero sí más humanos. Estas son la urgencia de cuidar el ambiente y la necesidad de las comunidades de tener ingresos extras con su hospitalidad y mostrando sus cualidades a los visitantes.

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Una ciudad imperial

La ciudad de Cobán está ubicada a 212 km de la ciudad de Guatemala y puede ser su base de operaciones para viajar a los alrededores. Limita al norte con el departamento de Petén; al sur con los municipios de San Cristóbal Verapaz, Santa Cruz Verapaz, Tactic y Tamahú; al este con los municipios de Chisec, San Pedro Carchá y San Juan Chamelco; y al oeste con el departamento del Quiché.

Para el viajero, tanto nacional como extranjero, este  destino suele no ser del todo desconocido. Se visita principalmente por las cataratas de Semuc Champey, sus cuevas y cavernas, así como el Río Cahabón y el biotopo del quetzal.

Pero ofrece mucho más que eso, mucho. Créame que una visita, o dos, o tres, no serán suficiente para conocer todo lo que hay. Hasta podría pensar en quedarse a vivir por un tiempo, tener una vida sencilla y alegre con comunidades organizadas para tener una vida mejor.

Recuerde que el ruido de las ciudades nos enferma, la polución y todo de tipo de contaminación pueden afectarnos. ¿Qué le parecería deshacerse de todo eso? Hacer un pacto con usted mismo y volver a ser el ser humano básico y real que debería ser. Las Verapaces es el lugar ideal para hacerlo.

Pasado colonial y alemán, presente cooperativista y turístico

Cobán está inmersa entre vestigios de un pasado que no solo incluye a la colonia española, período que comprende desde la conquista hasta la independencia en la segunda década del siglo 19. También tuvo una época en que alemanes llegaron a vivir en grupos grandes y cambiaron de muchas maneras la forma de vida de los cobaneros a partir de mediados del mismo siglo.

Conocerá lugares que parecen fantasmales, donde habitaron “los alemanes”, que los locales mencionan como una sombra que está presente en cada esquina, a pesar de que se fueron en 1944.

Los habitantes actuales tienen cierto agradecimiento por algunas cosas positivas que dejaron, pero también hay un poco de alivio de que ya no estén. Han quedado en nombres y apellidos como recuerdos permanentes, así como en la manera de plantar café, cardamomo y banano, así como sus construcciones que ahora son museos.

Pero quienes quedan no parecen resentir que por más de un siglo tuvieron que entregar sus riquezas a extranjeros, parecen más concentrados en mirar al futuro. Han vuelto a una vida más comunitaria, se han organizado no solamente para cultivar y hacer productivas sus tierras, sino también para recibir a los visitantes y hacerlos sentir en su casa. Aquí le presentamos un par de ejemplos.

La idea es rescatar, no saquear

Hacer un recorrido de dos días en las Verapaces puede ser apenas una introducción a este exuberante mundo. Un buen punto de partida es Orquigonia, un santuario no solamente para orquídeas sino para otras especies, incluida la fauna. Esta es la labor de 40 años de la familia Archila que con mucha hospitalidad le acompaña.

Cubierto de algún repelente para zancudos haga el recorrido que Orguigonia le ofrece en el kilómetro 206 de la ruta de las Verapaces. Conozca los pormenores del universo de estas plantas y aclare dudas comunes, como el hecho de que no son parásitas. Véalas de todos tamaños y colores, conozca cuál fue su papel en el mundo Maya y cómo podría cambiar la vida de los habitantes del lugar.

Francisco Archila hijo explica que estas especies se han visto amenazadas por varias razones. Una de ellas, es que quienes venden sus terrenos para monocultivos eliminan el bosque, incluidas las orquídeas. Otra es que quienes se dedican a comercializarla por subsistencia se dedican a saquear las que encuentran de forma silvestre.

Los Archila se han propuesto cambiar esto y hacerles ver a los habitantes que si depredan las flores, se acabarán. De esa cuenta, 7 comunidades ya aprendieron a rescatar y conservar estas flores produciéndolas de manera responsable para su venta.

Gracias al entusiasmo de estos amantes de la naturaleza, toda una comunidad ha ido cambiando sus prácticas. “Lo que nos falta son más árboles para salvar más especies de orquídeas, pues deben colocarse en ellos”, explica Archila hijo, pues el terreno de 1.5 hectáreas ya les queda pequeño.

Usted respire profundo y abrace uno de esos árboles en agradecimiento por darle cobijo a las orquídeas. Él le regresará una buena vibra que le durará varios días. Así puede seguir con energía su recorrido.

Organizados y hospitalarios

En la finca de la Cooperativa Agrícola Chicoj, a 5 kilómetros de Cobán en la ruta que conduce a Simac, le recibirán como a un amigo. Eso sí, vista cómodamente y vaya dispuesto a caminar mucho, a dejarse llevar por las emociones fuertes.

Esta organización está compuesta por 324 productores pequeños de café, de la etnia qeqchí, que juntos cultivan 5000 hectáreas. Cuando se fueron los alemanes, al finalizar la segunda guerra mundial, muchas fincas de café fueron tomadas por cooperativas de este tipo.

Pero además de producir un café que sabe a tierra mojada, delicioso, decidieron además abrir sus puertas para “mostrarle al mundo lo que hacen y lo que son”. Esta región es pionera en Guatemala en el turismo comunitario pues inició hace unos 15 años. Cuando empezaron a resentir las bajas en la producción y precios del café, los cooperativistas decidieron darle un giro a sus actividades.

Aquí reciben a visitantes que además pueden acampar, conocer el proceso de la producción de café, caminar y hacer canopy. Con esta última actividad puede literalmente “volar” entre las plantas de café, sentir que es libre. Muchos practican esto como parte de terapias de desapego y trabajo en grupo. Por lo que sea, debería darle una oportunidad.

Con una organización muy esmerada, los guías dan una amplia y amena explicación de su trabajo cafetalero, y además le acompañan en el recorrido por la propiedad. Ofrecen comida exquisita y artesanías preciosas. Al final de la experiencia, uno siente que se está despidiendo de entrañables amigos, hasta los perros salen a decir adiós.

Famoso desde hace 68 años

Para los guatemaltecos es familiar encontrar unas cajitas de té amarillo y rojo, se le encuentra en los supermercados junto a marcas de todo el mundo. Sin embargo, al conocer lo que hay detrás del Té Chirripeco tan característico, quizá cambie sus hábitos de compra y se decida a apoyar a toda una comunidad.

La Cooperativa Agrícola Integral Chirripec está ubicada en el kilómetro 217 a Chamelco, Cobán, Alta Verapaz. Empezó a funcionar en 1947 cuando el alemán Oskar Majus trajo las semillas del famoso té negro. Por algunos años fue manejada por el Estado y hoy en día está compuesto por 378 socios y sus familias.

En la actualidad este té se cultiva de manera totalmente orgánica. Además Chirripec desde 2008 ha abierto sus puertas para el turismo. Ofrecen un recorrido de una hora y media que inicia en la cima de una montaña donde está la casa de los alemanes que fundaron el lugar. Luego empezará a descender para conocer todo el proceso desde que se siembra y se cosecha, hasta que se procesa y se empaca. Al final le darán té para que lo pruebe, tanto caliente como frío.

Estos pobladores qeqchíes no tienen mucho tiempo en esto del turismo y en cierta manera se nota. Pero esto no es precisamente algo negativo pues no son empleados que mecánicamente atiendan a un cliente. Son personas reales que le están enseñando dónde viven y cómo trabajan. Uno no puede menos que agradecer la oportunidad y entrar en su cotidianidad.

Aspire todo el aire puro que pueda, conéctese con la energía que emana de esta tierra. Cuando regrese a su rutina y necesite pensar en un lugar apacible, Cobán aparecerá en su imaginación y sonreirá para usted mismo.

Cobán: turismo como forma de vida y desarrollo común

Redacción República
07 de junio, 2015

Le pongo esta imagen en su cabeza: está caminando en medio de una plantación de té que parece no tener fin, el cielo está despejado, el aire es limpio y fresco, todo aquello por lo que se preocupa día a día aquí parece no tener importancia y puede estar a solas con sus pensamientos. Usted está en Cobán.

¿Le gustó la idea? Pues entonces “agarre” camino cualquier fin de semana. Recuerde que la forma tradicional de viaje, aquel de hoteles de cadena de varias estrellas y comida que se parece a todas, parece perder adeptos cada minuto. Otros tipos de turismo, como el de agricultura y de aventura, cobran fuerza cada día.

Hay dos poderosas razones, entre muchas, que nos llevan a estos caminos menos sofisticados pero sí más humanos. Estas son la urgencia de cuidar el ambiente y la necesidad de las comunidades de tener ingresos extras con su hospitalidad y mostrando sus cualidades a los visitantes.

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Una ciudad imperial

La ciudad de Cobán está ubicada a 212 km de la ciudad de Guatemala y puede ser su base de operaciones para viajar a los alrededores. Limita al norte con el departamento de Petén; al sur con los municipios de San Cristóbal Verapaz, Santa Cruz Verapaz, Tactic y Tamahú; al este con los municipios de Chisec, San Pedro Carchá y San Juan Chamelco; y al oeste con el departamento del Quiché.

Para el viajero, tanto nacional como extranjero, este  destino suele no ser del todo desconocido. Se visita principalmente por las cataratas de Semuc Champey, sus cuevas y cavernas, así como el Río Cahabón y el biotopo del quetzal.

Pero ofrece mucho más que eso, mucho. Créame que una visita, o dos, o tres, no serán suficiente para conocer todo lo que hay. Hasta podría pensar en quedarse a vivir por un tiempo, tener una vida sencilla y alegre con comunidades organizadas para tener una vida mejor.

Recuerde que el ruido de las ciudades nos enferma, la polución y todo de tipo de contaminación pueden afectarnos. ¿Qué le parecería deshacerse de todo eso? Hacer un pacto con usted mismo y volver a ser el ser humano básico y real que debería ser. Las Verapaces es el lugar ideal para hacerlo.

Pasado colonial y alemán, presente cooperativista y turístico

Cobán está inmersa entre vestigios de un pasado que no solo incluye a la colonia española, período que comprende desde la conquista hasta la independencia en la segunda década del siglo 19. También tuvo una época en que alemanes llegaron a vivir en grupos grandes y cambiaron de muchas maneras la forma de vida de los cobaneros a partir de mediados del mismo siglo.

Conocerá lugares que parecen fantasmales, donde habitaron “los alemanes”, que los locales mencionan como una sombra que está presente en cada esquina, a pesar de que se fueron en 1944.

Los habitantes actuales tienen cierto agradecimiento por algunas cosas positivas que dejaron, pero también hay un poco de alivio de que ya no estén. Han quedado en nombres y apellidos como recuerdos permanentes, así como en la manera de plantar café, cardamomo y banano, así como sus construcciones que ahora son museos.

Pero quienes quedan no parecen resentir que por más de un siglo tuvieron que entregar sus riquezas a extranjeros, parecen más concentrados en mirar al futuro. Han vuelto a una vida más comunitaria, se han organizado no solamente para cultivar y hacer productivas sus tierras, sino también para recibir a los visitantes y hacerlos sentir en su casa. Aquí le presentamos un par de ejemplos.

La idea es rescatar, no saquear

Hacer un recorrido de dos días en las Verapaces puede ser apenas una introducción a este exuberante mundo. Un buen punto de partida es Orquigonia, un santuario no solamente para orquídeas sino para otras especies, incluida la fauna. Esta es la labor de 40 años de la familia Archila que con mucha hospitalidad le acompaña.

Cubierto de algún repelente para zancudos haga el recorrido que Orguigonia le ofrece en el kilómetro 206 de la ruta de las Verapaces. Conozca los pormenores del universo de estas plantas y aclare dudas comunes, como el hecho de que no son parásitas. Véalas de todos tamaños y colores, conozca cuál fue su papel en el mundo Maya y cómo podría cambiar la vida de los habitantes del lugar.

Francisco Archila hijo explica que estas especies se han visto amenazadas por varias razones. Una de ellas, es que quienes venden sus terrenos para monocultivos eliminan el bosque, incluidas las orquídeas. Otra es que quienes se dedican a comercializarla por subsistencia se dedican a saquear las que encuentran de forma silvestre.

Los Archila se han propuesto cambiar esto y hacerles ver a los habitantes que si depredan las flores, se acabarán. De esa cuenta, 7 comunidades ya aprendieron a rescatar y conservar estas flores produciéndolas de manera responsable para su venta.

Gracias al entusiasmo de estos amantes de la naturaleza, toda una comunidad ha ido cambiando sus prácticas. “Lo que nos falta son más árboles para salvar más especies de orquídeas, pues deben colocarse en ellos”, explica Archila hijo, pues el terreno de 1.5 hectáreas ya les queda pequeño.

Usted respire profundo y abrace uno de esos árboles en agradecimiento por darle cobijo a las orquídeas. Él le regresará una buena vibra que le durará varios días. Así puede seguir con energía su recorrido.

Organizados y hospitalarios

En la finca de la Cooperativa Agrícola Chicoj, a 5 kilómetros de Cobán en la ruta que conduce a Simac, le recibirán como a un amigo. Eso sí, vista cómodamente y vaya dispuesto a caminar mucho, a dejarse llevar por las emociones fuertes.

Esta organización está compuesta por 324 productores pequeños de café, de la etnia qeqchí, que juntos cultivan 5000 hectáreas. Cuando se fueron los alemanes, al finalizar la segunda guerra mundial, muchas fincas de café fueron tomadas por cooperativas de este tipo.

Pero además de producir un café que sabe a tierra mojada, delicioso, decidieron además abrir sus puertas para “mostrarle al mundo lo que hacen y lo que son”. Esta región es pionera en Guatemala en el turismo comunitario pues inició hace unos 15 años. Cuando empezaron a resentir las bajas en la producción y precios del café, los cooperativistas decidieron darle un giro a sus actividades.

Aquí reciben a visitantes que además pueden acampar, conocer el proceso de la producción de café, caminar y hacer canopy. Con esta última actividad puede literalmente “volar” entre las plantas de café, sentir que es libre. Muchos practican esto como parte de terapias de desapego y trabajo en grupo. Por lo que sea, debería darle una oportunidad.

Con una organización muy esmerada, los guías dan una amplia y amena explicación de su trabajo cafetalero, y además le acompañan en el recorrido por la propiedad. Ofrecen comida exquisita y artesanías preciosas. Al final de la experiencia, uno siente que se está despidiendo de entrañables amigos, hasta los perros salen a decir adiós.

Famoso desde hace 68 años

Para los guatemaltecos es familiar encontrar unas cajitas de té amarillo y rojo, se le encuentra en los supermercados junto a marcas de todo el mundo. Sin embargo, al conocer lo que hay detrás del Té Chirripeco tan característico, quizá cambie sus hábitos de compra y se decida a apoyar a toda una comunidad.

La Cooperativa Agrícola Integral Chirripec está ubicada en el kilómetro 217 a Chamelco, Cobán, Alta Verapaz. Empezó a funcionar en 1947 cuando el alemán Oskar Majus trajo las semillas del famoso té negro. Por algunos años fue manejada por el Estado y hoy en día está compuesto por 378 socios y sus familias.

En la actualidad este té se cultiva de manera totalmente orgánica. Además Chirripec desde 2008 ha abierto sus puertas para el turismo. Ofrecen un recorrido de una hora y media que inicia en la cima de una montaña donde está la casa de los alemanes que fundaron el lugar. Luego empezará a descender para conocer todo el proceso desde que se siembra y se cosecha, hasta que se procesa y se empaca. Al final le darán té para que lo pruebe, tanto caliente como frío.

Estos pobladores qeqchíes no tienen mucho tiempo en esto del turismo y en cierta manera se nota. Pero esto no es precisamente algo negativo pues no son empleados que mecánicamente atiendan a un cliente. Son personas reales que le están enseñando dónde viven y cómo trabajan. Uno no puede menos que agradecer la oportunidad y entrar en su cotidianidad.

Aspire todo el aire puro que pueda, conéctese con la energía que emana de esta tierra. Cuando regrese a su rutina y necesite pensar en un lugar apacible, Cobán aparecerá en su imaginación y sonreirá para usted mismo.