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¿Qué implicaciones tendría la inscripción de Baldizón?

No puede ser honrado alguien que conspira para lavar dinero del narcotráfico.  
Ilustración: Gabriel López
Alejandro Palmieri
15 de marzo, 2023

La suerte política en Guatemala puede cambiar de un día para otro, literalmente.  Tan reciente como el viernes pasado, Manuel Baldizón estaba fuera de la contienda electoral debido a que la Dirección General del Registro de Ciudadanos rechazó inscribirlo por considerar que no cumple los requisitos constitucionales de capacidad, idoneidad y honradez.  ¿La razón?  Que Baldizón, no hace ni seis meses, fue deportado al país, luego de purgar una condena de cárcel de 50 meses por conspiración para el lavado de dinero. Baldizón aceptó los cargos, por lo que no queda duda alguna de su culpabilidad. 

Bueno, en la mente de tres magistrados del Tribunal Supremo Electoral: Irma Palencia, Mynor Custodio Franco y Álvaro Cordón Paredes, parece que sí hay duda y por eso, el sábado por la noche, resolvieron por mayoría revertir la decisión del Registro de Ciudadanos y declararon procedente la inscripción del criminal Baldizón.  La resolución contó con el voto disidente -en contrario- de Ranulfo Rojas y de Gabriel Aguilera

Lo anterior fue un hecho dado a conocer por casi todos los medios de comunicación y ampliamente comentado en redes sociales; ¡cómo no, si es un escándalo!  No es poca cosa que un criminal a menos de seis meses de haber sido deportado, encabece el listado nacional de SU partido (fundado por sus hijos) con lo que tiene casi asegurada la diputación y, por supuesto, la inmunidad.  

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Los menos de 30 mil quetzales de sueldo de diputado no es su motivación, obviamente, pues cuenta con suficientes recursos y bienes -algunos mal habidos que han sido objeto de proceso de extinción de dominio- como para que esos quetzales al mes le muevan.  No, lo que le mueve es la ambición y la inmunidad, y con énfasis en corto plazo, la segunda motivación, pues en Guatemala enfrenta varios procesos, todos involucran actos de corrupción relacionados con la administración pública.  

Pero más que especular sobre la motivación de alguien que debiese estar arrepentido por sus actos, siquiera aparentar contrición y enfrentar los procesos pendientes sin buscar evadir su responsabilidad a través de inmunidad, lo que conviene es tratar de responder ¿qué implicaciones tendría todo esto?, tanto lo resuelto por el TSE -inicialmente-, como el hecho de que semejantes personas sean la oferta política guatemalteca.

Empecemos por lo último: que alguien como Manuel Baldizón persista en su deseo de ser candidato a algo, a lo que sea, porque hay que recordar que fue dos veces candidato presidencial y casi gana, ahora se lanza de diputado, como se apunta, sin que apenas hayan transcurrido seis meses desde su deportación y cumplimiento de condena por conspiración para lavar dinero. Es importante acá hablar sobre el delito que cometió, sin lugar a duda, Baldizón. Conspiración para lavar dinero, en la mayoría de los casos, supone un acuerdo entre dos o más personas para ocultar, disfrazar, convertir, transferir o retirar bienes provenientes de actividades delictivas. La acusación a menudo dice que conspirar para lavar dinero involucra una red de cómplices criminales y una comprensión de las mejores formas de lavar dinero obtenido de manera criminal.
Más claro, ni el agua.
Que un criminal como Baldizón pretenda ser diputado habla mucho de la oferta, pero también de la demanda político electoral. No es descabellado que un criminal pretenda ser diputado o funcionario, pero sí lo es que tenga posibilidades. Eso, entonces, habla de que los votantes guatemaltecos no saben o no tienen idea o -peor aún- no les importa que un criminal dirija los destinos del país, ya sea desde el Ejecutivo o desde el Legislativo.  Más allá de populismos, lo que tenemos acá es desparpajo, desfachatez, y mucha ignorancia de parte del votante.  
Lo dicho arriba no es nada nuevo, ni descubrimiento científico, pero es importante recalcar el hecho cada vez que una persona como Manuel Baldizón pretende ser diputado o funcionario.  Quién sabe, tal vez en algunos años, termina de calar la repulsa que debiese de dar y ya no se elija a criminales al Congreso de la República.  Se vale soñar.
Pero, que un criminal ambicioso quiera ser diputado y que un electorado ignorante lo elija -dos no menudos problemas- termina siendo secundario cuando el guardián de la legalidad de los comicios, el Tribunal Supremo Electoral, avala dicha candidatura.  No son legos, sino abogados -en teoría de los mejores- quienes llegan de magistrados al TSE, por lo que, en este caso, no puede alegarse ignorancia. Mucho menos cuando en ocasiones anteriores, el propio TSE aunado a la abundante jurisprudencia de la Corte de Constitucionalidad, en el pasado, ha rechazado inscribir a candidatos precisamente por la misma razón que se rechazó inicialmente la candidatura de Baldizón
El TSE argumentó en la resolución que declaró con lugar la nulidad -teniendo como efecto la inscripción de Baldizón- que como el proceso y condena por conspiración para lavar dinero proveniente del narcotráfico ocurrió en otro país y no en Guatemala, que no puede tomase como falta de idoneidad o de honradez, que un hecho notorio -como lo es que Baldizón cometió el delito referido- no es regulado como medio de prueba y, para terminar, el colmo es que dicen: “este Tribunal estima que la soberanía de un Estado se manifiesta, entre otras cosas, a través del ejercicio exclusivo del poder jurisdiccional”.  Olvidan -o no- los magistrados que avalaron tal resolución que ellos, a pesar de llamarse Tribunal, no ejercen poder jurisdiccional y que, en todo caso, no se pretende que el hecho notorio tenga valor probativo en un juicio, sino que el hecho mismo de haber cometido un delito en Estados Unidos o en cualquier otro lado, hace que la persona -el criminal, pues- no sea idóneo para ocupar un cargo público y, por supuesto, no sea honrado.  No puede ser honrado alguien que conspira para lavar dinero del narcotráfico.  
De haberse mantenido la decisión de inscribir a Manuel Baldizón (ya se habían presentado varios amparos en contra, uno de ellos por el propio Ministerio Público) adquiriría inmunidad como candidato y luego como diputado y, aunque no debiese aplicar para procesos en curso, seguramente él la pretenderá hacer valer para detener los procesos en su contra.  En lo que se averigua, podría llegar un nuevo Fiscal General, nombrarse nuevas Cortes de Justicia (en las que influiría él, sin duda) circunstancias que bien podría detener la persecución penal en su contra. Y ni hablar de la influencia que ejercería desde el Congreso de la República en decisiones de país, tal como lo hizo en el pasado, durante los años en que, por admisión propia, conspiró para lavar dinero del narcotráfico. 
Y, por último, de haberse mantenido la decisión de inscribir a Manuel Baldizón, la frágil institucionalidad republicana que queda terminaría yéndose al caño gracias a la ambición y desfachatez de un candidato, la ignorancia o desidia de los votantes que lo eligiesen, y con el aval de los tres magistrados del TSE, Irma Palencia, Mynor Custodio Franco y Álvaro Cordón Paredes, responsables todos de llevar a Guatemala un paso más cerca, si no definitivamente, a un narcoestado.  
Pero esa decisión, la de inscribir a Baldizón, no perduró; como inició el presente análisis, la suerte política en Guatemala puede cambiar de un día para otro, justo el martes por la noche, el pleno de magistrados del TSE, en una movida muy poco usual y “revocando de oficio” su anterior resolución, dio marcha atrás y deja fuera, una vez más, a Manuel Baldizón.  Ahora los amparos interpuestos por la inscripción quedarán sin materia y, muy seguramente, el partido Cambio, que postula a Baldizón, presentará amparo ante la Corte Suprema de Justicia por esta nueva resolución del TSE.
 La suerte política en Guatemala puede cambiar de un día para otro.  No cabe duda.

¿Qué implicaciones tendría la inscripción de Baldizón?

No puede ser honrado alguien que conspira para lavar dinero del narcotráfico.  
Ilustración: Gabriel López
Alejandro Palmieri
15 de marzo, 2023

La suerte política en Guatemala puede cambiar de un día para otro, literalmente.  Tan reciente como el viernes pasado, Manuel Baldizón estaba fuera de la contienda electoral debido a que la Dirección General del Registro de Ciudadanos rechazó inscribirlo por considerar que no cumple los requisitos constitucionales de capacidad, idoneidad y honradez.  ¿La razón?  Que Baldizón, no hace ni seis meses, fue deportado al país, luego de purgar una condena de cárcel de 50 meses por conspiración para el lavado de dinero. Baldizón aceptó los cargos, por lo que no queda duda alguna de su culpabilidad. 

Bueno, en la mente de tres magistrados del Tribunal Supremo Electoral: Irma Palencia, Mynor Custodio Franco y Álvaro Cordón Paredes, parece que sí hay duda y por eso, el sábado por la noche, resolvieron por mayoría revertir la decisión del Registro de Ciudadanos y declararon procedente la inscripción del criminal Baldizón.  La resolución contó con el voto disidente -en contrario- de Ranulfo Rojas y de Gabriel Aguilera

Lo anterior fue un hecho dado a conocer por casi todos los medios de comunicación y ampliamente comentado en redes sociales; ¡cómo no, si es un escándalo!  No es poca cosa que un criminal a menos de seis meses de haber sido deportado, encabece el listado nacional de SU partido (fundado por sus hijos) con lo que tiene casi asegurada la diputación y, por supuesto, la inmunidad.  

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Los menos de 30 mil quetzales de sueldo de diputado no es su motivación, obviamente, pues cuenta con suficientes recursos y bienes -algunos mal habidos que han sido objeto de proceso de extinción de dominio- como para que esos quetzales al mes le muevan.  No, lo que le mueve es la ambición y la inmunidad, y con énfasis en corto plazo, la segunda motivación, pues en Guatemala enfrenta varios procesos, todos involucran actos de corrupción relacionados con la administración pública.  

Pero más que especular sobre la motivación de alguien que debiese estar arrepentido por sus actos, siquiera aparentar contrición y enfrentar los procesos pendientes sin buscar evadir su responsabilidad a través de inmunidad, lo que conviene es tratar de responder ¿qué implicaciones tendría todo esto?, tanto lo resuelto por el TSE -inicialmente-, como el hecho de que semejantes personas sean la oferta política guatemalteca.

Empecemos por lo último: que alguien como Manuel Baldizón persista en su deseo de ser candidato a algo, a lo que sea, porque hay que recordar que fue dos veces candidato presidencial y casi gana, ahora se lanza de diputado, como se apunta, sin que apenas hayan transcurrido seis meses desde su deportación y cumplimiento de condena por conspiración para lavar dinero. Es importante acá hablar sobre el delito que cometió, sin lugar a duda, Baldizón. Conspiración para lavar dinero, en la mayoría de los casos, supone un acuerdo entre dos o más personas para ocultar, disfrazar, convertir, transferir o retirar bienes provenientes de actividades delictivas. La acusación a menudo dice que conspirar para lavar dinero involucra una red de cómplices criminales y una comprensión de las mejores formas de lavar dinero obtenido de manera criminal.
Más claro, ni el agua.
Que un criminal como Baldizón pretenda ser diputado habla mucho de la oferta, pero también de la demanda político electoral. No es descabellado que un criminal pretenda ser diputado o funcionario, pero sí lo es que tenga posibilidades. Eso, entonces, habla de que los votantes guatemaltecos no saben o no tienen idea o -peor aún- no les importa que un criminal dirija los destinos del país, ya sea desde el Ejecutivo o desde el Legislativo.  Más allá de populismos, lo que tenemos acá es desparpajo, desfachatez, y mucha ignorancia de parte del votante.  
Lo dicho arriba no es nada nuevo, ni descubrimiento científico, pero es importante recalcar el hecho cada vez que una persona como Manuel Baldizón pretende ser diputado o funcionario.  Quién sabe, tal vez en algunos años, termina de calar la repulsa que debiese de dar y ya no se elija a criminales al Congreso de la República.  Se vale soñar.
Pero, que un criminal ambicioso quiera ser diputado y que un electorado ignorante lo elija -dos no menudos problemas- termina siendo secundario cuando el guardián de la legalidad de los comicios, el Tribunal Supremo Electoral, avala dicha candidatura.  No son legos, sino abogados -en teoría de los mejores- quienes llegan de magistrados al TSE, por lo que, en este caso, no puede alegarse ignorancia. Mucho menos cuando en ocasiones anteriores, el propio TSE aunado a la abundante jurisprudencia de la Corte de Constitucionalidad, en el pasado, ha rechazado inscribir a candidatos precisamente por la misma razón que se rechazó inicialmente la candidatura de Baldizón
El TSE argumentó en la resolución que declaró con lugar la nulidad -teniendo como efecto la inscripción de Baldizón- que como el proceso y condena por conspiración para lavar dinero proveniente del narcotráfico ocurrió en otro país y no en Guatemala, que no puede tomase como falta de idoneidad o de honradez, que un hecho notorio -como lo es que Baldizón cometió el delito referido- no es regulado como medio de prueba y, para terminar, el colmo es que dicen: “este Tribunal estima que la soberanía de un Estado se manifiesta, entre otras cosas, a través del ejercicio exclusivo del poder jurisdiccional”.  Olvidan -o no- los magistrados que avalaron tal resolución que ellos, a pesar de llamarse Tribunal, no ejercen poder jurisdiccional y que, en todo caso, no se pretende que el hecho notorio tenga valor probativo en un juicio, sino que el hecho mismo de haber cometido un delito en Estados Unidos o en cualquier otro lado, hace que la persona -el criminal, pues- no sea idóneo para ocupar un cargo público y, por supuesto, no sea honrado.  No puede ser honrado alguien que conspira para lavar dinero del narcotráfico.  
De haberse mantenido la decisión de inscribir a Manuel Baldizón (ya se habían presentado varios amparos en contra, uno de ellos por el propio Ministerio Público) adquiriría inmunidad como candidato y luego como diputado y, aunque no debiese aplicar para procesos en curso, seguramente él la pretenderá hacer valer para detener los procesos en su contra.  En lo que se averigua, podría llegar un nuevo Fiscal General, nombrarse nuevas Cortes de Justicia (en las que influiría él, sin duda) circunstancias que bien podría detener la persecución penal en su contra. Y ni hablar de la influencia que ejercería desde el Congreso de la República en decisiones de país, tal como lo hizo en el pasado, durante los años en que, por admisión propia, conspiró para lavar dinero del narcotráfico. 
Y, por último, de haberse mantenido la decisión de inscribir a Manuel Baldizón, la frágil institucionalidad republicana que queda terminaría yéndose al caño gracias a la ambición y desfachatez de un candidato, la ignorancia o desidia de los votantes que lo eligiesen, y con el aval de los tres magistrados del TSE, Irma Palencia, Mynor Custodio Franco y Álvaro Cordón Paredes, responsables todos de llevar a Guatemala un paso más cerca, si no definitivamente, a un narcoestado.  
Pero esa decisión, la de inscribir a Baldizón, no perduró; como inició el presente análisis, la suerte política en Guatemala puede cambiar de un día para otro, justo el martes por la noche, el pleno de magistrados del TSE, en una movida muy poco usual y “revocando de oficio” su anterior resolución, dio marcha atrás y deja fuera, una vez más, a Manuel Baldizón.  Ahora los amparos interpuestos por la inscripción quedarán sin materia y, muy seguramente, el partido Cambio, que postula a Baldizón, presentará amparo ante la Corte Suprema de Justicia por esta nueva resolución del TSE.
 La suerte política en Guatemala puede cambiar de un día para otro.  No cabe duda.