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El líder educativo

Pero hay una figura de máxima importancia quien ejerce ese liderazgo silenciosamente, día a día, sin ánimo de protagonismo, más con deseo de cumplir con su vocación, su llamado, de provocar el aprendizaje: el maestro.

docente
Diana Brown |
05 de julio, 2022

Se comenta sobre el liderazgo, se citan definiciones: Max Weber especifica que un líder “es la persona encargada de guiar a otras personas por el camino correcto para alcanzar objetivos o metas que comparten, es la persona que guía al grupo y es reconocida como orientadora.”  Abona a este concepto el autor Jim Collins a que el líder es “una persona simple, sencilla, que se destaca por la humidad y la generosidad pero siempre con una gran ambición de crecimiento.”

Ambas definiciones describen puntuales cualidades de un líder, un liderazgo que se ejerce en ámbitos familiar, laborales, comunitarios, idealmente políticos. Pero hay una figura de máxima importancia quien ejerce ese liderazgo silenciosamente, día a día, sin ánimo de protagonismo, más con deseo de cumplir con su vocación, su llamado, de provocar el aprendizaje: el maestro.

La simple definición del maestro de la Real Academia Española queda sumamente corta: “Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo.”  Pero, combinando ambos conceptos, se arriba al concepto de lo que es un verdadero maestro, un líder quien se dedica a guiar un proceso de crecimiento, a perfeccionar el auto desarrollo, a que prospere la persona, el alumno,  integralmente;  a que llegue a reconocer sus destrezas y talentos, fortalecerse en las competencias necesarias y deseadas, aprehender el aprendizaje, apoderándose de ello, adaptándolo a su visión personal hacia su futuro digno.

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El docente, o el maestro, durante su carrera profesional, adquiere inmenso conocimiento del desarrollo humano, tanto neurológico y físico, como intelectual y socio emocional. No solo conoce y aplica una miriada  de metodologías pedagógicas que son sus herramientas en el aula, adicional desarrolla habilidades de innovación, destrezas tecnológicas, y el arte de las relaciones humanas, pues no solo es el alumno con quien se interactúa, es con la familia, los colegas en la institución donde labora, y seguramente, en una aula de continua formación propia, porque el maestro líder es consciente que su profesionalización es un proceso dinámico, no termina con un título, y sigue creciendo en su propia visión de vida.

El maestro/líder no se limita a conocimientos; impulsa los procedimientos. el verdadero aprendizaje de aprender a aprender;  el docente induce eso, con preguntas poderosas y constantes, la mayéutica del ¿Por qué? y no entregar la respuesta, sino dirigir el seguimiento con más preguntas, a que se descubra la respuesta. El docente/líder comparte sugerencias, luces, a que el alumno encuentre una respuesta, y pueda no ser la correcta, pero el procedimiento de comprobación o negación enseña más con un contendido memorizado.

El docente/líder es paciente; sabe esperar y prestar atención al proceso de descubrimiento del alumno; la satisfacción de observar ese alcance es el mayor premio que el líder, el docente, pueda recibir. La sonrisa del alumno quien ha descubierto, es imposible de describir, solo se goza esa adquisición a su lado.

La responsabilidad del docente es inconmensurable; una lección mal empleada con actitudes negativas impacta categóricamente por mucho tiempo futuro, pudiendo ser fuente de rechazo hacia una asignatura, una actividad o la escuela en sí. Esa conciencia permanente es parte intrínseca de la vocación docente, combinada con el delicado cuidado del desarrollo y por momentos filtro, de los currículos, abiertos y ocultos, para asegurar la adquisición de los valores en el aprendiz. Compleja labor.

El docente no se observa como líder, pero ¡lo es! No solo con sus conocimientos comunica aprendizaje, es con su ejemplo. El docente, como el líder, es modelo,  debe estar consciente de ello, porque no solo en el aula se es docente, en la vida personal, pública y familiar; con su porte, trato y valores, comunica más que una lección dictada, e inspira a seguirlo.

Por años el docente fue prócer en las comunidades; fuente de consejos y apoyo, ¡líder! Si hoy, no en la misma magnitud, si se continúa esa percepción, porque además de conocimientos académicos, goza de conocimiento humano, como resultado del trato con innumerables alumnos y sus familias, una convivencia en su comunidad educativa.

Existen numerosas frases acerca de la labor educativa, que recién se celebró por el Día del Maestro. Se citan dos.

JJ Rousseau, en Los primeros aprendizajes indica que la labor del maestro es que el niño “sepa encontrar el por qué y el para qué…”;  pero aún más evidente la responsabilidad docente,  Montaigne,  en Ensayos, Libro 1,  comparte que parte de los requisitos del buen maestro, es  “Seguir los alcances de las almas que se les ha confiado.”

¡Merecido reconocimiento al maestro por la entrega educativa redonda e integral! Y sobre todas las cosas, también los docentes reconocen que

¡La educación es prioridad nacional!

El líder educativo

Pero hay una figura de máxima importancia quien ejerce ese liderazgo silenciosamente, día a día, sin ánimo de protagonismo, más con deseo de cumplir con su vocación, su llamado, de provocar el aprendizaje: el maestro.

Diana Brown |
05 de julio, 2022
docente

Se comenta sobre el liderazgo, se citan definiciones: Max Weber especifica que un líder “es la persona encargada de guiar a otras personas por el camino correcto para alcanzar objetivos o metas que comparten, es la persona que guía al grupo y es reconocida como orientadora.”  Abona a este concepto el autor Jim Collins a que el líder es “una persona simple, sencilla, que se destaca por la humidad y la generosidad pero siempre con una gran ambición de crecimiento.”

Ambas definiciones describen puntuales cualidades de un líder, un liderazgo que se ejerce en ámbitos familiar, laborales, comunitarios, idealmente políticos. Pero hay una figura de máxima importancia quien ejerce ese liderazgo silenciosamente, día a día, sin ánimo de protagonismo, más con deseo de cumplir con su vocación, su llamado, de provocar el aprendizaje: el maestro.

La simple definición del maestro de la Real Academia Española queda sumamente corta: “Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo.”  Pero, combinando ambos conceptos, se arriba al concepto de lo que es un verdadero maestro, un líder quien se dedica a guiar un proceso de crecimiento, a perfeccionar el auto desarrollo, a que prospere la persona, el alumno,  integralmente;  a que llegue a reconocer sus destrezas y talentos, fortalecerse en las competencias necesarias y deseadas, aprehender el aprendizaje, apoderándose de ello, adaptándolo a su visión personal hacia su futuro digno.

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El docente, o el maestro, durante su carrera profesional, adquiere inmenso conocimiento del desarrollo humano, tanto neurológico y físico, como intelectual y socio emocional. No solo conoce y aplica una miriada  de metodologías pedagógicas que son sus herramientas en el aula, adicional desarrolla habilidades de innovación, destrezas tecnológicas, y el arte de las relaciones humanas, pues no solo es el alumno con quien se interactúa, es con la familia, los colegas en la institución donde labora, y seguramente, en una aula de continua formación propia, porque el maestro líder es consciente que su profesionalización es un proceso dinámico, no termina con un título, y sigue creciendo en su propia visión de vida.

El maestro/líder no se limita a conocimientos; impulsa los procedimientos. el verdadero aprendizaje de aprender a aprender;  el docente induce eso, con preguntas poderosas y constantes, la mayéutica del ¿Por qué? y no entregar la respuesta, sino dirigir el seguimiento con más preguntas, a que se descubra la respuesta. El docente/líder comparte sugerencias, luces, a que el alumno encuentre una respuesta, y pueda no ser la correcta, pero el procedimiento de comprobación o negación enseña más con un contendido memorizado.

El docente/líder es paciente; sabe esperar y prestar atención al proceso de descubrimiento del alumno; la satisfacción de observar ese alcance es el mayor premio que el líder, el docente, pueda recibir. La sonrisa del alumno quien ha descubierto, es imposible de describir, solo se goza esa adquisición a su lado.

La responsabilidad del docente es inconmensurable; una lección mal empleada con actitudes negativas impacta categóricamente por mucho tiempo futuro, pudiendo ser fuente de rechazo hacia una asignatura, una actividad o la escuela en sí. Esa conciencia permanente es parte intrínseca de la vocación docente, combinada con el delicado cuidado del desarrollo y por momentos filtro, de los currículos, abiertos y ocultos, para asegurar la adquisición de los valores en el aprendiz. Compleja labor.

El docente no se observa como líder, pero ¡lo es! No solo con sus conocimientos comunica aprendizaje, es con su ejemplo. El docente, como el líder, es modelo,  debe estar consciente de ello, porque no solo en el aula se es docente, en la vida personal, pública y familiar; con su porte, trato y valores, comunica más que una lección dictada, e inspira a seguirlo.

Por años el docente fue prócer en las comunidades; fuente de consejos y apoyo, ¡líder! Si hoy, no en la misma magnitud, si se continúa esa percepción, porque además de conocimientos académicos, goza de conocimiento humano, como resultado del trato con innumerables alumnos y sus familias, una convivencia en su comunidad educativa.

Existen numerosas frases acerca de la labor educativa, que recién se celebró por el Día del Maestro. Se citan dos.

JJ Rousseau, en Los primeros aprendizajes indica que la labor del maestro es que el niño “sepa encontrar el por qué y el para qué…”;  pero aún más evidente la responsabilidad docente,  Montaigne,  en Ensayos, Libro 1,  comparte que parte de los requisitos del buen maestro, es  “Seguir los alcances de las almas que se les ha confiado.”

¡Merecido reconocimiento al maestro por la entrega educativa redonda e integral! Y sobre todas las cosas, también los docentes reconocen que

¡La educación es prioridad nacional!