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Escuela, escuelita

Al entonces ingresar al segundo hogar, el centro educativo, el docente se torna el segundo padre, una especie de autoridad académico, una estrella norte sobre el camino del aprendizaje, y sus aprendices absorben esa luz, inicia el crecimiento, sí el aprendizaje.

educación
Diana Brown |
19 de julio, 2022

El centro educativo es el segundo hogar del estudiante. Indistintamente del nivel académico, sea inicial, preprimaria, primaria, básico, diversificado, universitario pregrado, maestría, doctorado, es la cuna del saber, el recinto ciertamente sagrado de búsqueda y encuentro, iluminado por la diáfana luz de la curiosidad, mostrando las rutas de las repuestas variadas, instados los alumnos por la sed de aprender y aprehender, con decisiva tenacidad y ansia, pues saber algo abre aún más avenidas de cuestionamiento y de conocimiento.

El primer hogar, la casa, idealmente es el lugar de máxima seguridad; se fomenta el desarrollo afectivo, los valores esenciales de actuar, y la confianza que provee un hogar que vele por el bienestar redondo de sus integrantes, las costumbres culturales, y los hábitos familiares. Estos tradiciones y prácticas forman parte del conocimiento previo que proveen el piso seguro del inicio del aprendizaje, aumentada por la seguridad doméstica que se haya gozado.

Los padres de familia son los nativos protectores de sus hijos, los estudiantes. Al entonces ingresar al segundo hogar, el centro educativo, el docente se torna el segundo padre, una especie de autoridad académico, una estrella norte sobre el camino del aprendizaje, y sus aprendices absorben esa luz, inicia el crecimiento, si el aprendizaje.

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Cada padre de familia busca el centro educativo que pueda brindar las mayores oportunidades a sus hijos: más caminos o senderos a seguir; y los docentes, con vocación y preparación, son las brújulas que indican donde esta esa estrella norte del conocimiento que deban seguir. Y así sucesivamente en los distintos grados, así se ocurre, y llegando a la educación superior, el mismo estudiante elige qué ruta seguir, ya firme en su desarrollo base hasta entonces, dependiendo luego, de su propia percepción direccional, e ideal a alcanzar.

El centro educativo en todos los niveles: centro de cuidado infantil, preescolar, primaria, básicos, diversificado, carreras técnicas, universidades y demás centros de aprendizaje,  gozan de una ponderación de respeto; en las aulas vacías se respira el aire sereno y fresco del conocimiento, los muros reflejan las experiencias de los innumerables alumnos que han abierto sus ojos con asombro al descubrimiento; que se han esforzado en pruebas académicas, a veces con éxito, otras veces con fracaso, pero siempre, siempre en un esfuerzo de aprendizaje. Los logros son del alma, del corazón, del espíritu, de alegría, e idealmente se comparte la experiencia con demás estudiantes, amigos y familia, animándose  en momentos de decepción y frustración, y celebrando en momentos de éxito ; no fácil pero si, fantástico.

El sufijo diminutivo “ita” indica “…tamaño pequeño, juventud, cariño, menosprecio o indiferencia.” (Centro Lengua Española CLE). Y el constante uso de este diminutivo, como se observa en la sociedad de habla español, expresado con gran frecuencia en tamaño físico que cualquier otro calificativo. Pero, viene el pero, es importante auto examinarse en el uso del idioma, que inconscientemente refleja pensamientos más profundos, afectando a percepciones generales y culturales. Emilio Lledó, en su obra “Los libros y la libertad” comparte reflexiones sobre el lenguaje, su uso y desuso, y las comunicaciones subliminales. Comenta el maestro “El lenguaje tiene en sus estructuras unos principios más teóricos que los que sostienen la naturaleza, pero no por ello menos fundamentales: …los hilos del tapiz donde se hacer presente el ideal de la humanidad.”  “El carácter simbólico del lenguaje como elemento fundamental de abstracción…que esencialmente le permite el prodigo de la idealidad…”

En ese hilo de reflexión; cuando se refiere a las escuelas, se les llama “escuelitas”. Si se continúan en estas observaciones, se notará que es el término usado con mayor frecuencia, refiriéndose a las escuelas del sector público, (por llamarse “colegios” a los centros educativos privados). Las mismas autoridades se refieren a “escuelitas”, y no todas son de tamaño menudo como para recibir ese calificativo en infraestructura. Entonces, ¿porque el uso del diminutivo que describe ese momento académico en ese entorno? ¿Sufre de “menosprecio o indiferencia”? Y qué símbolo está implícito?

La calidad educativa ha venido a la deriva, es indiscutible que la pandemia ejerció un esfuerzo negativo en el proceso educativo. También sí proveyó de oportunidades sine qua non para innovación, reingeniería, y cambios esenciales en fortalecer el proceso del aprendizaje en todos los niveles. El gran proceso de aprendizaje, fortalecido por la entregada vocación de los docentes, deben reemplazan el concepto de “escuelita” a Escuela, firme el concepto Socrático, “ayudar al alumno a encontrar la verdad a través de preguntas poderosas que la hagan enfrentarse a la veracidad de sus propios planteamientos.” (Educación 3.0)  

¡La “escuelita” no debe existir más! La Escuela sí; es eje central de aprendizaje, basado en el primer hogar, la casa, y reforzado en el segundo, el centro educativo. Porque…

¡La educación es prioridad nacional!

Escuela, escuelita

Al entonces ingresar al segundo hogar, el centro educativo, el docente se torna el segundo padre, una especie de autoridad académico, una estrella norte sobre el camino del aprendizaje, y sus aprendices absorben esa luz, inicia el crecimiento, sí el aprendizaje.

Diana Brown |
19 de julio, 2022
educación

El centro educativo es el segundo hogar del estudiante. Indistintamente del nivel académico, sea inicial, preprimaria, primaria, básico, diversificado, universitario pregrado, maestría, doctorado, es la cuna del saber, el recinto ciertamente sagrado de búsqueda y encuentro, iluminado por la diáfana luz de la curiosidad, mostrando las rutas de las repuestas variadas, instados los alumnos por la sed de aprender y aprehender, con decisiva tenacidad y ansia, pues saber algo abre aún más avenidas de cuestionamiento y de conocimiento.

El primer hogar, la casa, idealmente es el lugar de máxima seguridad; se fomenta el desarrollo afectivo, los valores esenciales de actuar, y la confianza que provee un hogar que vele por el bienestar redondo de sus integrantes, las costumbres culturales, y los hábitos familiares. Estos tradiciones y prácticas forman parte del conocimiento previo que proveen el piso seguro del inicio del aprendizaje, aumentada por la seguridad doméstica que se haya gozado.

Los padres de familia son los nativos protectores de sus hijos, los estudiantes. Al entonces ingresar al segundo hogar, el centro educativo, el docente se torna el segundo padre, una especie de autoridad académico, una estrella norte sobre el camino del aprendizaje, y sus aprendices absorben esa luz, inicia el crecimiento, si el aprendizaje.

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Cada padre de familia busca el centro educativo que pueda brindar las mayores oportunidades a sus hijos: más caminos o senderos a seguir; y los docentes, con vocación y preparación, son las brújulas que indican donde esta esa estrella norte del conocimiento que deban seguir. Y así sucesivamente en los distintos grados, así se ocurre, y llegando a la educación superior, el mismo estudiante elige qué ruta seguir, ya firme en su desarrollo base hasta entonces, dependiendo luego, de su propia percepción direccional, e ideal a alcanzar.

El centro educativo en todos los niveles: centro de cuidado infantil, preescolar, primaria, básicos, diversificado, carreras técnicas, universidades y demás centros de aprendizaje,  gozan de una ponderación de respeto; en las aulas vacías se respira el aire sereno y fresco del conocimiento, los muros reflejan las experiencias de los innumerables alumnos que han abierto sus ojos con asombro al descubrimiento; que se han esforzado en pruebas académicas, a veces con éxito, otras veces con fracaso, pero siempre, siempre en un esfuerzo de aprendizaje. Los logros son del alma, del corazón, del espíritu, de alegría, e idealmente se comparte la experiencia con demás estudiantes, amigos y familia, animándose  en momentos de decepción y frustración, y celebrando en momentos de éxito ; no fácil pero si, fantástico.

El sufijo diminutivo “ita” indica “…tamaño pequeño, juventud, cariño, menosprecio o indiferencia.” (Centro Lengua Española CLE). Y el constante uso de este diminutivo, como se observa en la sociedad de habla español, expresado con gran frecuencia en tamaño físico que cualquier otro calificativo. Pero, viene el pero, es importante auto examinarse en el uso del idioma, que inconscientemente refleja pensamientos más profundos, afectando a percepciones generales y culturales. Emilio Lledó, en su obra “Los libros y la libertad” comparte reflexiones sobre el lenguaje, su uso y desuso, y las comunicaciones subliminales. Comenta el maestro “El lenguaje tiene en sus estructuras unos principios más teóricos que los que sostienen la naturaleza, pero no por ello menos fundamentales: …los hilos del tapiz donde se hacer presente el ideal de la humanidad.”  “El carácter simbólico del lenguaje como elemento fundamental de abstracción…que esencialmente le permite el prodigo de la idealidad…”

En ese hilo de reflexión; cuando se refiere a las escuelas, se les llama “escuelitas”. Si se continúan en estas observaciones, se notará que es el término usado con mayor frecuencia, refiriéndose a las escuelas del sector público, (por llamarse “colegios” a los centros educativos privados). Las mismas autoridades se refieren a “escuelitas”, y no todas son de tamaño menudo como para recibir ese calificativo en infraestructura. Entonces, ¿porque el uso del diminutivo que describe ese momento académico en ese entorno? ¿Sufre de “menosprecio o indiferencia”? Y qué símbolo está implícito?

La calidad educativa ha venido a la deriva, es indiscutible que la pandemia ejerció un esfuerzo negativo en el proceso educativo. También sí proveyó de oportunidades sine qua non para innovación, reingeniería, y cambios esenciales en fortalecer el proceso del aprendizaje en todos los niveles. El gran proceso de aprendizaje, fortalecido por la entregada vocación de los docentes, deben reemplazan el concepto de “escuelita” a Escuela, firme el concepto Socrático, “ayudar al alumno a encontrar la verdad a través de preguntas poderosas que la hagan enfrentarse a la veracidad de sus propios planteamientos.” (Educación 3.0)  

¡La “escuelita” no debe existir más! La Escuela sí; es eje central de aprendizaje, basado en el primer hogar, la casa, y reforzado en el segundo, el centro educativo. Porque…

¡La educación es prioridad nacional!