Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

HORIZONTES El gato pardo

.
Francisco Beltranena |
05 de febrero, 2024
El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.

 

Era quizás el primer ciclo de doctorado cuando mi querido profesor, Secundino Fernández, narraba el impacto de la novela en la Ciencia Política. Hablaba de El gato pardo, título de la novela (1958) de Giovanni Tomasi di Lampedusa (1896-1957)  que ha dado origen a un término que aceptó la Ciencia Política como el gatopardismo. 

La novela dibuja lo que los críticos consideran una acertada descripción de la aristocracia italiana la que habría en el siglo XIX ver cambiar el mundo, primero con la unificación de los ducados del norte, y luego, con la guerra civil abierta por Garibaldi y sus camisas rojas.

La progresiva transformación del territorio italiano en una monarquía moderna y liberal iba a acabar con los antiguos estados, los que como herencia del feudalismo, entendían el territorio que ocupaban. Se abría un nuevo período, en el que la nobleza iba a tener que ceder terreno a la burguesía creciente en Italia.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

El dialogo más inmortal de la novela y que es producto del estudio de la Ciencia Política, se da cuando el príncipe de Salina, Fabrizio Corbera, intenta evitar que su muy amado sobrino Tancredi se uniera a la invasión a Sicilia de los hombres de Giuseppe Garibaldi y que participara en su guerra en plena mitad del siglo XIX.

Corbera, príncipe de Salina era un Falconeri que apoyaba la causa de los Borbones.  “Un Falconeri debe estar a nuestro lado, por el rey” le grita en los pasillo del palacio a Tancredi, que por rey entendía y se refería, a Francisco II, el Borbón que en ese momento gobernaba las dos Sicilias (Italia meridional, Nápoles, y la isla de Sicilia ). El sobrino tan amado se había vuelto pragmático y le responde al príncipe “Por el rey, es verdad, pero ¿qué rey?”. Obviamente, el sobrino Tancredi ya había avizorado que resultado de la invasión, la nueva monarquía sería la de Víctor Emanuel II y que como resultado se daría una Italia unificada.

La transformación de Italia en una monarquía moderna y liberal iba a acabar con los antiguos estados. Se abría un tiempo nuevo, en el que la nobleza iba a tener que ceder el terreno a la burguesía, tema que no convencía al viejo Fabrizio Corbera. Católico, borbónico y orgulloso de Salina, su principado, desconfiaba de los burgueses que habían venido a más. Extrañaba el viejo régimen y le angustiaba ser el último representante de la dinastía. Tenía miedo que su querido sobrino Tancredi acabara muerto en las colinas de Sicilia ya que él, no tenía alguien en quién confiar y Tancredi era el más indicado para sustituirle.

Pero Tancredi le dice “si allí no estamos también nosotros, estos te endilgan la república”. “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie. ¿Me explico?” Eso, y la promesa que volverá con la bandera tricolor, es lo último que le dice el sobrino antes de desaparecer dejando al príncipe de Salina lleno de rabia. Había nacido literariamente el gatopardismo.

A pesar de su enojo, la frase que le dijo el sobrino Tancredi le dejó pensativo: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”. Y, Tomasi di Lampedusa inauguró lo que en la Ciencia Política sería conocido como el gatopardismo o el lampedusianismo.

Gatopardismo

Hoy día, he leído en las redes sociales con más insistencia que las acciones de los nuevos gobernantes guatemaltecos no son otra cosa que “más de lo mismo”. Siendo que no ha pasado ni un mes desde la toma de posesión, se comienza sin saberlo a reflejar en la crítica el gatopardismo.

Cuesta así de fácil aceptar que lo que Tomasi di Lampedusa quería mostrar en su obra sobre la capacidad de los sicilianos, quienes a lo largo de la historia habían estado bajo el yugo de varias potencias que les ocuparon para adaptarse a cualquier forma de gobierno, sea lo que pueda estar pasando por estos lares hacia el final del primer cuarto del siglo XXI.

No sería de extrañar recibir críticas como recibió Tomasi di Lampesusa en su momento por describir en el Gato Pardo lo que sucedía en Sicilia luego del cambio en el poder. ​Para usted y para mí, como observadores del proceso político que se desarrolla, queda el concepto de gatopardismo. Debemos pues observar si lo que se consolida es aquella ahora famosa frase de El Gato Pardo: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”. ¡Hasta la próxima! 
 

El autor de esta columna es el doctor Francisco Beltranena. 

 

HORIZONTES El gato pardo

Francisco Beltranena |
05 de febrero, 2024
.
El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.

 

Era quizás el primer ciclo de doctorado cuando mi querido profesor, Secundino Fernández, narraba el impacto de la novela en la Ciencia Política. Hablaba de El gato pardo, título de la novela (1958) de Giovanni Tomasi di Lampedusa (1896-1957)  que ha dado origen a un término que aceptó la Ciencia Política como el gatopardismo. 

La novela dibuja lo que los críticos consideran una acertada descripción de la aristocracia italiana la que habría en el siglo XIX ver cambiar el mundo, primero con la unificación de los ducados del norte, y luego, con la guerra civil abierta por Garibaldi y sus camisas rojas.

La progresiva transformación del territorio italiano en una monarquía moderna y liberal iba a acabar con los antiguos estados, los que como herencia del feudalismo, entendían el territorio que ocupaban. Se abría un nuevo período, en el que la nobleza iba a tener que ceder terreno a la burguesía creciente en Italia.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

El dialogo más inmortal de la novela y que es producto del estudio de la Ciencia Política, se da cuando el príncipe de Salina, Fabrizio Corbera, intenta evitar que su muy amado sobrino Tancredi se uniera a la invasión a Sicilia de los hombres de Giuseppe Garibaldi y que participara en su guerra en plena mitad del siglo XIX.

Corbera, príncipe de Salina era un Falconeri que apoyaba la causa de los Borbones.  “Un Falconeri debe estar a nuestro lado, por el rey” le grita en los pasillo del palacio a Tancredi, que por rey entendía y se refería, a Francisco II, el Borbón que en ese momento gobernaba las dos Sicilias (Italia meridional, Nápoles, y la isla de Sicilia ). El sobrino tan amado se había vuelto pragmático y le responde al príncipe “Por el rey, es verdad, pero ¿qué rey?”. Obviamente, el sobrino Tancredi ya había avizorado que resultado de la invasión, la nueva monarquía sería la de Víctor Emanuel II y que como resultado se daría una Italia unificada.

La transformación de Italia en una monarquía moderna y liberal iba a acabar con los antiguos estados. Se abría un tiempo nuevo, en el que la nobleza iba a tener que ceder el terreno a la burguesía, tema que no convencía al viejo Fabrizio Corbera. Católico, borbónico y orgulloso de Salina, su principado, desconfiaba de los burgueses que habían venido a más. Extrañaba el viejo régimen y le angustiaba ser el último representante de la dinastía. Tenía miedo que su querido sobrino Tancredi acabara muerto en las colinas de Sicilia ya que él, no tenía alguien en quién confiar y Tancredi era el más indicado para sustituirle.

Pero Tancredi le dice “si allí no estamos también nosotros, estos te endilgan la república”. “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie. ¿Me explico?” Eso, y la promesa que volverá con la bandera tricolor, es lo último que le dice el sobrino antes de desaparecer dejando al príncipe de Salina lleno de rabia. Había nacido literariamente el gatopardismo.

A pesar de su enojo, la frase que le dijo el sobrino Tancredi le dejó pensativo: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”. Y, Tomasi di Lampedusa inauguró lo que en la Ciencia Política sería conocido como el gatopardismo o el lampedusianismo.

Gatopardismo

Hoy día, he leído en las redes sociales con más insistencia que las acciones de los nuevos gobernantes guatemaltecos no son otra cosa que “más de lo mismo”. Siendo que no ha pasado ni un mes desde la toma de posesión, se comienza sin saberlo a reflejar en la crítica el gatopardismo.

Cuesta así de fácil aceptar que lo que Tomasi di Lampedusa quería mostrar en su obra sobre la capacidad de los sicilianos, quienes a lo largo de la historia habían estado bajo el yugo de varias potencias que les ocuparon para adaptarse a cualquier forma de gobierno, sea lo que pueda estar pasando por estos lares hacia el final del primer cuarto del siglo XXI.

No sería de extrañar recibir críticas como recibió Tomasi di Lampesusa en su momento por describir en el Gato Pardo lo que sucedía en Sicilia luego del cambio en el poder. ​Para usted y para mí, como observadores del proceso político que se desarrolla, queda el concepto de gatopardismo. Debemos pues observar si lo que se consolida es aquella ahora famosa frase de El Gato Pardo: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”. ¡Hasta la próxima! 
 

El autor de esta columna es el doctor Francisco Beltranena.