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Melaganariamente

En medio de todo esto, nosotros los ciudadanos nos las arreglamos para vivir lo mejor que podemos, trabajar, disfrutar del gran país en el que vivimos, con sus limitaciones, injusticias y abusos, pero también con sus paisajes, con las oportunidades infinitas para emprender y con la libertad que aún tenemos.

Camino
Carolina Castellanos |
02 de diciembre, 2022

No sé quién se inventó esa palabra que, en chapín, significa “hago lo que se me da la gana”. Describe muy bien la actitud de la generalidad de nosotros los guatemaltecos. Si hay “cola”, vemos cómo nos adelantamos. Si la banqueta tiene pintada una línea roja, nos estacionamos de todas formas porque nuestro “mandado” es allí. La mayoría de las veces buscamos conectes para evitar largas filas para hacer un trámite o pago.

Por supuesto, desobedecer las leyes es casi mandatorio. Hay dos razones principales: la actitud melaganaria de los diputados “sabelotodo” y el exceso de leyes inútiles, complejas y difíciles de cumplir a cabalidad. Muchas son innecesarias y están allí pues en el congreso se consideró que debe incrementar el control sobre nosotros los ciudadanos. No siendo suficiente, la gran mayoría es totalmente interpretativa, lo que dificulta su cumplimiento y abre la puerta para hacer lo que se nos da la gana, de acuerdo a nuestra conveniente interpretación.

Los gobernantes de turno, los burócratas nuevos y los reciclados, los diputados, ministros secretarios, directores, jefes y cuanto otro cargo haya, también son chapines y actúan de la misma forma que el resto. El problema está en que ellos, al aplicar su actitud melaganaria, afectan a todo un país. Desde el presidente hasta un conserje o guardia de seguridad, actuarán de la misma forma.

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Albert Camus (novelista, filósofo y dramaturgo francés) escribió: “la libertad no es más que una oportunidad de ser mejor”. Sin embargo, vivimos en un país en el que ser mejor significa ser más “buzo”. Muchos de los que se lanzan a la política buscan “salir de pobres”, aprovechar “oportunidades” de ser melaganarios al extremo y salirse con la suya cada vez que pueden. Su palabra se vuelve ley pues están amparados por un nombramiento que pareciera indicar que así se debe actuar. El resto de nosotros nos acoplamos a esta realidad pues no tenemos opción.

El proceso electoral inicia en poco tiempo. La “melaganariedad” saldrá a relucir pues la Ley Electoral y de Partidos Políticos tiene cualquier cantidad de limitaciones, normas innecesarias, directrices que no hacen más que limitar la libertad de expresión y una estructura rígida para controlar la publicidad, los mensajes y cuanta cosa haya. Fue hecha para supervisar y controlar, que se hará de acuerdo a lo que interpreten los encargados de supervisar las campañas políticas.

En medio de todo esto, nosotros los ciudadanos nos las arreglamos para vivir lo mejor que podemos, trabajar, disfrutar del gran país en el que vivimos, con sus limitaciones, injusticias y abusos, pero también con sus paisajes, con las oportunidades infinitas para emprender y con la libertad que aún tenemos.

Seguiremos siendo “melaganarios” pues la falta de justicia (lo que tenemos está muy lejos de ser justo), motiva e impulsa a violar las normas. Nunca se justifica. La forma de hacerlo es involucrarse de alguna forma para empujar los cambios que queremos ver. Como ciudadanos podemos y debemos exigir.

Hoy toca que nuestra “melaganariedad” sea hacia mantener nuestro sistema de vida en libertad, a elegir a quien asegure esto y a involucrarnos más en opinar, discutir temas y promover cambios, empezando siempre por nuestro metro cuadrado.

 

Melaganariamente

En medio de todo esto, nosotros los ciudadanos nos las arreglamos para vivir lo mejor que podemos, trabajar, disfrutar del gran país en el que vivimos, con sus limitaciones, injusticias y abusos, pero también con sus paisajes, con las oportunidades infinitas para emprender y con la libertad que aún tenemos.

Carolina Castellanos |
02 de diciembre, 2022
Camino

No sé quién se inventó esa palabra que, en chapín, significa “hago lo que se me da la gana”. Describe muy bien la actitud de la generalidad de nosotros los guatemaltecos. Si hay “cola”, vemos cómo nos adelantamos. Si la banqueta tiene pintada una línea roja, nos estacionamos de todas formas porque nuestro “mandado” es allí. La mayoría de las veces buscamos conectes para evitar largas filas para hacer un trámite o pago.

Por supuesto, desobedecer las leyes es casi mandatorio. Hay dos razones principales: la actitud melaganaria de los diputados “sabelotodo” y el exceso de leyes inútiles, complejas y difíciles de cumplir a cabalidad. Muchas son innecesarias y están allí pues en el congreso se consideró que debe incrementar el control sobre nosotros los ciudadanos. No siendo suficiente, la gran mayoría es totalmente interpretativa, lo que dificulta su cumplimiento y abre la puerta para hacer lo que se nos da la gana, de acuerdo a nuestra conveniente interpretación.

Los gobernantes de turno, los burócratas nuevos y los reciclados, los diputados, ministros secretarios, directores, jefes y cuanto otro cargo haya, también son chapines y actúan de la misma forma que el resto. El problema está en que ellos, al aplicar su actitud melaganaria, afectan a todo un país. Desde el presidente hasta un conserje o guardia de seguridad, actuarán de la misma forma.

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Albert Camus (novelista, filósofo y dramaturgo francés) escribió: “la libertad no es más que una oportunidad de ser mejor”. Sin embargo, vivimos en un país en el que ser mejor significa ser más “buzo”. Muchos de los que se lanzan a la política buscan “salir de pobres”, aprovechar “oportunidades” de ser melaganarios al extremo y salirse con la suya cada vez que pueden. Su palabra se vuelve ley pues están amparados por un nombramiento que pareciera indicar que así se debe actuar. El resto de nosotros nos acoplamos a esta realidad pues no tenemos opción.

El proceso electoral inicia en poco tiempo. La “melaganariedad” saldrá a relucir pues la Ley Electoral y de Partidos Políticos tiene cualquier cantidad de limitaciones, normas innecesarias, directrices que no hacen más que limitar la libertad de expresión y una estructura rígida para controlar la publicidad, los mensajes y cuanta cosa haya. Fue hecha para supervisar y controlar, que se hará de acuerdo a lo que interpreten los encargados de supervisar las campañas políticas.

En medio de todo esto, nosotros los ciudadanos nos las arreglamos para vivir lo mejor que podemos, trabajar, disfrutar del gran país en el que vivimos, con sus limitaciones, injusticias y abusos, pero también con sus paisajes, con las oportunidades infinitas para emprender y con la libertad que aún tenemos.

Seguiremos siendo “melaganarios” pues la falta de justicia (lo que tenemos está muy lejos de ser justo), motiva e impulsa a violar las normas. Nunca se justifica. La forma de hacerlo es involucrarse de alguna forma para empujar los cambios que queremos ver. Como ciudadanos podemos y debemos exigir.

Hoy toca que nuestra “melaganariedad” sea hacia mantener nuestro sistema de vida en libertad, a elegir a quien asegure esto y a involucrarnos más en opinar, discutir temas y promover cambios, empezando siempre por nuestro metro cuadrado.