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Obras son amores y no buenas razones

Obras son amores y no buenas razones. Sus actos los desnudan. Evidencian que lo que valoran, lo que realmente quieren es llegar al poder, a como de lugar.

.
Warren Orbaugh |
04 de diciembre, 2023

Todo organismo vivo debe actuar para conseguir aquello que necesita para mantenerse con vida. La inacción es muerte. Las cosas que satisfacen necesidades vitales se vuelven objetos a conseguir mediante una acción sólo cuando han sido elegidos como valores.

Valor y acción se implican y necesitan mutuamente: es la naturaleza del valor que sea necesario una acción para obtenerlo o mantenerlo; y es la naturaleza de la acción intencionada, conscientemente iniciada, que su motivo y propósito sea conseguir o mantener un valor.

Si el individuo valora su vida, debe descubrir cuales son los instrumentos más idóneos para preservarla y florecer. La realidad no le deja opción: el utensilio principal por antonomasia es su razón. Esta facultad es la que le permite identificar la realidad para poder distinguir aquello que le favorece de aquello que le perjudica. Así podrá actuar para buscar lo primero y evitar lo último.

Ahora, si valor es aquello que uno actúa para conseguir y o conservar, la acción mediante la cual uno consigue y o conserva un valor es la virtud. Y la virtud cardinal de la razón es la racionalidad, el ejercicio constante del raciocinio sensato, es decir, lógico. Manteniendo uno su razón en perfecto estado saludable puede uno identificar aquello que debe buscar para mantenerse con vida y florecer. La aplicación de la racionalidad a distintos aspectos de la conducta encarna las demás virtudes: la honestidad que es no fingir que las cosas son distintas de cómo son; la integridad que es no sacrificar las convicciones propias; la productividad que es la creación de bienes materiales; la benevolencia que es la buena voluntad hacia los demás; la responsabilidad que es honrar la palabra empeñada; la confiabilidad que es hacerse merecedor de la seguridad en que uno cumplirá con lo prometido; la sinceridad que es decir lo pensado; y la magnanimidad que es el afanarse por ser uno lo mejor que se pueda ser moralmente.

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Entonces, si el valor requiere de la acción para conseguirlo, también es cierto que el valor sólo cobra realidad mediante la acción. Si un joven le asegura a su novia que ella es lo que él más valora, pero sale con otras, ella al enterarse concluirá que lo que su pareja dice es mentira. Son pues, las obras concretas las únicas capaces de dar testimonio fehaciente de lo que verdaderamente se valora.

Bernardo Arévalo y la lucha contra la corrupción

Bernardo Arévalo y sus huestes del grupo Semilla nos aseguraron que combatirían la corrupción, pero sus acciones muestran todo lo contrario. No sólo no la combaten, sino que la consienten y pretenden proteger a los corruptos de la persecución penal. Han hecho lo posible para conseguir impunidad para su partido por todos los medios a su alcance, incluyendo la extorsión mediante bloqueos y daños a la economía de los guatemaltecos. En la última sesión de noviembre del Congreso de la República votaron en contra de quitarle la inmunidad a los Magistrados del TSE, tratando de protegerlos de una investigación por los delitos de los que se los acusa. ¿Será que les deben algo?

Bernardo Arévalo y sus huestes del grupo Semilla nos aseguraron que bajarían el presupuesto, pues con eliminar los gastos superfluos de la corrupción tendrían dinero de sobra para las obras que prometieron. Sin embargo, a las horas de la discusión para la aprobación del presupuesto han estado abogando para que se amplie considerablemente. ¿Será que tienen deudas que saldar?

Obras son amores y no buenas razones. Sus actos los desnudan. Evidencian que lo que valoran, lo que realmente quieren es llegar al poder, a como de lugar. Valoran las mentiras para hacerse de la guayaba y no les importa usar a los guatemaltecos que han creído en sus embustes para lograrlo. No valoran la honestidad, ni la integridad, ni la responsabilidad, ni la confiabilidad ni la sinceridad, y mucho menos la benevolencia. Y de la magnanimidad ni que hablar, pues no les importa en lo más mínimo ser unos tramposos.

Como dice otro refrán: «Por sus obras los conoceréis».

 

El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.

Obras son amores y no buenas razones

Obras son amores y no buenas razones. Sus actos los desnudan. Evidencian que lo que valoran, lo que realmente quieren es llegar al poder, a como de lugar.

Warren Orbaugh |
04 de diciembre, 2023
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Todo organismo vivo debe actuar para conseguir aquello que necesita para mantenerse con vida. La inacción es muerte. Las cosas que satisfacen necesidades vitales se vuelven objetos a conseguir mediante una acción sólo cuando han sido elegidos como valores.

Valor y acción se implican y necesitan mutuamente: es la naturaleza del valor que sea necesario una acción para obtenerlo o mantenerlo; y es la naturaleza de la acción intencionada, conscientemente iniciada, que su motivo y propósito sea conseguir o mantener un valor.

Si el individuo valora su vida, debe descubrir cuales son los instrumentos más idóneos para preservarla y florecer. La realidad no le deja opción: el utensilio principal por antonomasia es su razón. Esta facultad es la que le permite identificar la realidad para poder distinguir aquello que le favorece de aquello que le perjudica. Así podrá actuar para buscar lo primero y evitar lo último.

Ahora, si valor es aquello que uno actúa para conseguir y o conservar, la acción mediante la cual uno consigue y o conserva un valor es la virtud. Y la virtud cardinal de la razón es la racionalidad, el ejercicio constante del raciocinio sensato, es decir, lógico. Manteniendo uno su razón en perfecto estado saludable puede uno identificar aquello que debe buscar para mantenerse con vida y florecer. La aplicación de la racionalidad a distintos aspectos de la conducta encarna las demás virtudes: la honestidad que es no fingir que las cosas son distintas de cómo son; la integridad que es no sacrificar las convicciones propias; la productividad que es la creación de bienes materiales; la benevolencia que es la buena voluntad hacia los demás; la responsabilidad que es honrar la palabra empeñada; la confiabilidad que es hacerse merecedor de la seguridad en que uno cumplirá con lo prometido; la sinceridad que es decir lo pensado; y la magnanimidad que es el afanarse por ser uno lo mejor que se pueda ser moralmente.

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Entonces, si el valor requiere de la acción para conseguirlo, también es cierto que el valor sólo cobra realidad mediante la acción. Si un joven le asegura a su novia que ella es lo que él más valora, pero sale con otras, ella al enterarse concluirá que lo que su pareja dice es mentira. Son pues, las obras concretas las únicas capaces de dar testimonio fehaciente de lo que verdaderamente se valora.

Bernardo Arévalo y la lucha contra la corrupción

Bernardo Arévalo y sus huestes del grupo Semilla nos aseguraron que combatirían la corrupción, pero sus acciones muestran todo lo contrario. No sólo no la combaten, sino que la consienten y pretenden proteger a los corruptos de la persecución penal. Han hecho lo posible para conseguir impunidad para su partido por todos los medios a su alcance, incluyendo la extorsión mediante bloqueos y daños a la economía de los guatemaltecos. En la última sesión de noviembre del Congreso de la República votaron en contra de quitarle la inmunidad a los Magistrados del TSE, tratando de protegerlos de una investigación por los delitos de los que se los acusa. ¿Será que les deben algo?

Bernardo Arévalo y sus huestes del grupo Semilla nos aseguraron que bajarían el presupuesto, pues con eliminar los gastos superfluos de la corrupción tendrían dinero de sobra para las obras que prometieron. Sin embargo, a las horas de la discusión para la aprobación del presupuesto han estado abogando para que se amplie considerablemente. ¿Será que tienen deudas que saldar?

Obras son amores y no buenas razones. Sus actos los desnudan. Evidencian que lo que valoran, lo que realmente quieren es llegar al poder, a como de lugar. Valoran las mentiras para hacerse de la guayaba y no les importa usar a los guatemaltecos que han creído en sus embustes para lograrlo. No valoran la honestidad, ni la integridad, ni la responsabilidad, ni la confiabilidad ni la sinceridad, y mucho menos la benevolencia. Y de la magnanimidad ni que hablar, pues no les importa en lo más mínimo ser unos tramposos.

Como dice otro refrán: «Por sus obras los conoceréis».

 

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