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Tolerando la intolerancia

Preparémonos para un año electoral, que ya inició, plagado de intolerancia de unos hacia otros. El llamado es a no caer en el juego, a respetar las ideas de otros y a defender las nuestras, con inteligencia.

Tolerancia
Carolina Castellanos |
22 de julio, 2022

Siempre he pensado que la mayoría de las cosas son en doble vía, especialmente cuando se trata de la interacción humana. “Lo que va, regresa”, dice un viejo refrán.

El mundo está al revés y Guatemala está cayendo, lentamente, en este vaivén de ideologías, injerencias extranjeras, lucha de poderes internos, búsqueda de espacios para figurar y no servir, entre muchos otros.

El proceso electoral ya empezó, no oficialmente, pero las redes sociales empiezan a llenarse de personajes, unos más conocidos que otros, enviando mensajes, algunos en forma de propuestas incipientes, otros con las ya conocidas críticas hacia el gobierno de turno y los más desesperados, con lanzallamas ideológicos para intentar mover el péndulo hacia la izquierda.

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Nosotros los ciudadanos somos las víctimas de todos ellos. Es aquí donde empiezan nuestros ejercicios de tolerancia. En estos movimientos de política partidista, donde las ideas son el anzuelo y la forma de transmitirlas, la carne, nos convierte en víctimas pues las redes sociales no escogen a quien llegar. La carne llega, queramos o no. ¿Seremos tolerantes durante este año que aún falta para la primera vuelta electoral?

Ojalá y fuera esto lo único que deberemos tolerar. El verdadero reto está en el ámbito de la ideología y de las ideas y mensajes que la acompañan. El ambiente político es la plataforma perfecta para intentar cimentarlas. Uno de los grandes problemas es, y seguirá siendo, la intolerancia por parte de los políticos que no aceptan las críticas y se creen poseedores de la verdad absoluta.

Las propuestas que vendrán estarán teñidas de algún color. Ojalá fuera el de cada partido. Hoy nos tocará tolerar las que amenazan con nuestra forma de vida en libertad.  Éstas son las de los grupos de izquierda, principalmente CODECA, que atacará con ponzoña y contraatacará con cantos de sirena para ganar el voto popular.

Hemos visto cómo se han vuelto expertos en manipular a los menos educados y con vidas llenas de precariedades y necesidades ilimitadas. Tolerar estos discursos se volverá un reto para cada uno de los que tenemos el privilegio de haber recibido una buena educación, lo que nos da la capacidad de entender que esos discursos no son más que una sarta de mentiras disfrazadas de promesas y futuros inalcanzables.

La intolerancia de los políticos a las críticas, sean constructivas o destructivas, convierte este proceso, desde ya, en un pandemonio, especialmente cuando se trata de rebatir las ideas y propuestas de izquierda. La abundancia de pruebas en contra de éstas es abrumadora. El sentido común, por mínimo que sea, es más que suficiente para tirar por la borda cualquiera de ellas.

Los movimientos de izquierda, especialmente los disfrazados de defensores de la agenda LGBTIQ+, son los más intolerantes. Cualquier comentario que rebata o cuestione esas propuestas lo convierten en ataques directos y empiezan las acusaciones de discriminación. Lamentablemente hay jueces y fiscales que les importa más ganar voluntades que impartir justicia. Esto resulta en que nos vemos obligados a callar y tolerar cualquier afrenta so pena de ser acusados y vilipendiados públicamente. 

La peor afrenta ha sido la conocida como la “procesión de la vulva”, encabezada por el ya casi extinto procurador de los derechos humanos. Allí se acabó nuestra tolerancia pues fue una ofensa a lo más sagrado que todos tenemos, nuestra fe. Fue de tal magnitud que salieron a la defensa católicos y no católicos y se terminó la tolerancia.

Así como fue en esa ocasión, creo que debemos dejar de tolerar la intolerancia que muestran estos grupos de auto rechazados, de políticos de pacotilla y de vendedores de sueños a cambio de unos centavos, hacia quienes trabajamos y vivimos en paz. 

Preparémonos para un año electoral, que ya inició, plagado de intolerancia de unos hacia otros. El llamado es a no caer en el juego, a respetar las ideas de otros y a defender las nuestras, con inteligencia.

Nos toca inundar las redes sociales, físicas y electrónicas, con mensajes y propuestas sensatas, donde prive la igualdad ante la ley, el respeto a la Constitución y a la construcción de una sociedad cada vez más libre y próspera.

Tolerando la intolerancia

Preparémonos para un año electoral, que ya inició, plagado de intolerancia de unos hacia otros. El llamado es a no caer en el juego, a respetar las ideas de otros y a defender las nuestras, con inteligencia.

Carolina Castellanos |
22 de julio, 2022
Tolerancia

Siempre he pensado que la mayoría de las cosas son en doble vía, especialmente cuando se trata de la interacción humana. “Lo que va, regresa”, dice un viejo refrán.

El mundo está al revés y Guatemala está cayendo, lentamente, en este vaivén de ideologías, injerencias extranjeras, lucha de poderes internos, búsqueda de espacios para figurar y no servir, entre muchos otros.

El proceso electoral ya empezó, no oficialmente, pero las redes sociales empiezan a llenarse de personajes, unos más conocidos que otros, enviando mensajes, algunos en forma de propuestas incipientes, otros con las ya conocidas críticas hacia el gobierno de turno y los más desesperados, con lanzallamas ideológicos para intentar mover el péndulo hacia la izquierda.

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Nosotros los ciudadanos somos las víctimas de todos ellos. Es aquí donde empiezan nuestros ejercicios de tolerancia. En estos movimientos de política partidista, donde las ideas son el anzuelo y la forma de transmitirlas, la carne, nos convierte en víctimas pues las redes sociales no escogen a quien llegar. La carne llega, queramos o no. ¿Seremos tolerantes durante este año que aún falta para la primera vuelta electoral?

Ojalá y fuera esto lo único que deberemos tolerar. El verdadero reto está en el ámbito de la ideología y de las ideas y mensajes que la acompañan. El ambiente político es la plataforma perfecta para intentar cimentarlas. Uno de los grandes problemas es, y seguirá siendo, la intolerancia por parte de los políticos que no aceptan las críticas y se creen poseedores de la verdad absoluta.

Las propuestas que vendrán estarán teñidas de algún color. Ojalá fuera el de cada partido. Hoy nos tocará tolerar las que amenazan con nuestra forma de vida en libertad.  Éstas son las de los grupos de izquierda, principalmente CODECA, que atacará con ponzoña y contraatacará con cantos de sirena para ganar el voto popular.

Hemos visto cómo se han vuelto expertos en manipular a los menos educados y con vidas llenas de precariedades y necesidades ilimitadas. Tolerar estos discursos se volverá un reto para cada uno de los que tenemos el privilegio de haber recibido una buena educación, lo que nos da la capacidad de entender que esos discursos no son más que una sarta de mentiras disfrazadas de promesas y futuros inalcanzables.

La intolerancia de los políticos a las críticas, sean constructivas o destructivas, convierte este proceso, desde ya, en un pandemonio, especialmente cuando se trata de rebatir las ideas y propuestas de izquierda. La abundancia de pruebas en contra de éstas es abrumadora. El sentido común, por mínimo que sea, es más que suficiente para tirar por la borda cualquiera de ellas.

Los movimientos de izquierda, especialmente los disfrazados de defensores de la agenda LGBTIQ+, son los más intolerantes. Cualquier comentario que rebata o cuestione esas propuestas lo convierten en ataques directos y empiezan las acusaciones de discriminación. Lamentablemente hay jueces y fiscales que les importa más ganar voluntades que impartir justicia. Esto resulta en que nos vemos obligados a callar y tolerar cualquier afrenta so pena de ser acusados y vilipendiados públicamente. 

La peor afrenta ha sido la conocida como la “procesión de la vulva”, encabezada por el ya casi extinto procurador de los derechos humanos. Allí se acabó nuestra tolerancia pues fue una ofensa a lo más sagrado que todos tenemos, nuestra fe. Fue de tal magnitud que salieron a la defensa católicos y no católicos y se terminó la tolerancia.

Así como fue en esa ocasión, creo que debemos dejar de tolerar la intolerancia que muestran estos grupos de auto rechazados, de políticos de pacotilla y de vendedores de sueños a cambio de unos centavos, hacia quienes trabajamos y vivimos en paz. 

Preparémonos para un año electoral, que ya inició, plagado de intolerancia de unos hacia otros. El llamado es a no caer en el juego, a respetar las ideas de otros y a defender las nuestras, con inteligencia.

Nos toca inundar las redes sociales, físicas y electrónicas, con mensajes y propuestas sensatas, donde prive la igualdad ante la ley, el respeto a la Constitución y a la construcción de una sociedad cada vez más libre y próspera.