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En el relajo está la ganancia

¿Quién ganará esta contienda? Nosotros los ciudadanos, definitivamente no. Si bien nos va, tendremos alguna libertad, aunque débil.

.
Carolina Castellanos |
04 de agosto, 2023

Si algo ha caracterizado este tiempo electoral es el relajo. La responsabilidad recae directamente en el tribunal supremo electoral (no merecen mayúsculas). Desde el año pasado, o de pronto antes, las decisiones “a dedo” han sido la norma.

Lamentablemente, la legislación guatemalteca se caracteriza por ser interpretativa. Me da la impresión que los diputados de turno la redactan así, a propósito. Esto ha abierto la puerta a todo tipo de dictámenes y resoluciones basadas en criterios personales.

En tiempos pasados, teníamos una Corte de Constitucionalidad conformada por eruditos. Eran honestos y estaban comprometidos con emitir resoluciones apegadas a ese documento casi sagrado llamado constitución. Ahora, ya no merece ni la mayúscula en su nombre pues cada magistrado, con algunas pocas excepciones, dictaminan de acuerdo a su agenda e ideología.

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Así las cosas, en esta época tan crucial para el futuro de todos nosotros, estamos a expensas de la voluntad ideológica de quienes juraron apegarse a derecho y conducir un proceso electoral inmaculado.

Nosotros, los ciudadanos que, dicho sea de paso, pagamos los salarios de todos los mencionados anteriormente, estamos a expensas de la dirección del viento. Sin ninguna duda, va hacia la izquierda, corriendo, para unirse al resto del continente que está en un proceso acelerado de autodestrucción.

La abrumadora mayoría de los medios de comunicación apoyan, y hasta empujan, el viento a la izquierda. Con titulares tendenciosos, omisiones importantes y tergiversación de los hechos, hacen su mejor esfuerzo para convencernos de apoyar nuestra autodestrucción. Por supuesto, hay excepciones, aunque pocas.

Las redes sociales son el único conducto por medio del cual los ciudadanos podemos expresarnos libremente. Sin embargo, el anonimato de infinidad de publicaciones e información que allí circula, permite el libertinaje que ahora hay. Cualquier persona escribe lo que quiere, sea cierto o no y, dado que usa nombres ficticios, pueden hacerlo sin temor a consecuencias.

Esas publicaciones anónimas buscan mover la opinión pública hacia una dirección definida, la izquierda. Basta que unos cuantos participantes de las redes los repliquen para que se vuelvan virales y generen discusiones y hasta cambio de opinión de muchos.

Con tanta información circulando, cada día qué pasa se hace más difícil discernir entre lo verdadero y lo falso. Allí está la “ganancia” de quienes promueven el relajo. Han sido exitosos pues estamos ante una segunda vuelta electoral con dos caminos hacia similar destino. Uno es más radical que el otro pero ninguno nos llevará a un avance, a un estado de libertad que nos permita crecer y desarrollarnos como país.

¿Quién ganará esta contienda? Nosotros los ciudadanos, definitivamente no. Si bien nos va, tendremos alguna libertad, aunque débil.

Continuará el robo a lo largo y ancho de la burocracia, acompañado de su hermano gemelo llamado corrupción. Ojalá podamos continuar con nuestros negocios, trabajo y vida con alguna libertad, aunque esquilmados con más impuestos que servirán para financiar un crecimiento exponencial de ese monstruo de mil cabezas llamado gobierno.

En el relajo está la ganancia

¿Quién ganará esta contienda? Nosotros los ciudadanos, definitivamente no. Si bien nos va, tendremos alguna libertad, aunque débil.

Carolina Castellanos |
04 de agosto, 2023
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Si algo ha caracterizado este tiempo electoral es el relajo. La responsabilidad recae directamente en el tribunal supremo electoral (no merecen mayúsculas). Desde el año pasado, o de pronto antes, las decisiones “a dedo” han sido la norma.

Lamentablemente, la legislación guatemalteca se caracteriza por ser interpretativa. Me da la impresión que los diputados de turno la redactan así, a propósito. Esto ha abierto la puerta a todo tipo de dictámenes y resoluciones basadas en criterios personales.

En tiempos pasados, teníamos una Corte de Constitucionalidad conformada por eruditos. Eran honestos y estaban comprometidos con emitir resoluciones apegadas a ese documento casi sagrado llamado constitución. Ahora, ya no merece ni la mayúscula en su nombre pues cada magistrado, con algunas pocas excepciones, dictaminan de acuerdo a su agenda e ideología.

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Así las cosas, en esta época tan crucial para el futuro de todos nosotros, estamos a expensas de la voluntad ideológica de quienes juraron apegarse a derecho y conducir un proceso electoral inmaculado.

Nosotros, los ciudadanos que, dicho sea de paso, pagamos los salarios de todos los mencionados anteriormente, estamos a expensas de la dirección del viento. Sin ninguna duda, va hacia la izquierda, corriendo, para unirse al resto del continente que está en un proceso acelerado de autodestrucción.

La abrumadora mayoría de los medios de comunicación apoyan, y hasta empujan, el viento a la izquierda. Con titulares tendenciosos, omisiones importantes y tergiversación de los hechos, hacen su mejor esfuerzo para convencernos de apoyar nuestra autodestrucción. Por supuesto, hay excepciones, aunque pocas.

Las redes sociales son el único conducto por medio del cual los ciudadanos podemos expresarnos libremente. Sin embargo, el anonimato de infinidad de publicaciones e información que allí circula, permite el libertinaje que ahora hay. Cualquier persona escribe lo que quiere, sea cierto o no y, dado que usa nombres ficticios, pueden hacerlo sin temor a consecuencias.

Esas publicaciones anónimas buscan mover la opinión pública hacia una dirección definida, la izquierda. Basta que unos cuantos participantes de las redes los repliquen para que se vuelvan virales y generen discusiones y hasta cambio de opinión de muchos.

Con tanta información circulando, cada día qué pasa se hace más difícil discernir entre lo verdadero y lo falso. Allí está la “ganancia” de quienes promueven el relajo. Han sido exitosos pues estamos ante una segunda vuelta electoral con dos caminos hacia similar destino. Uno es más radical que el otro pero ninguno nos llevará a un avance, a un estado de libertad que nos permita crecer y desarrollarnos como país.

¿Quién ganará esta contienda? Nosotros los ciudadanos, definitivamente no. Si bien nos va, tendremos alguna libertad, aunque débil.

Continuará el robo a lo largo y ancho de la burocracia, acompañado de su hermano gemelo llamado corrupción. Ojalá podamos continuar con nuestros negocios, trabajo y vida con alguna libertad, aunque esquilmados con más impuestos que servirán para financiar un crecimiento exponencial de ese monstruo de mil cabezas llamado gobierno.