Mientras más se acerca el día de las elecciones, aumenta la apatía, el desagrado, el enojo y el rechazo hacia todo lo que está sucediendo. 

Empecemos por la sangre: la intromisión extranjera, o sea, “los shutes” en buen chapín. Se trata del llamado G-13, que reúne a igual número de intrometidos, que se llaman a sí mismos “cooperantes” extranjeros. La Embajada de Inglaterra ostenta la presidencia actualmente por lo que, en nombre de este grupo, solicitó una reunión al Tribunal Supremo Electoral, TSE, para conversar sobre el tema electoral. ¡No tienen absolutamente nada que opinar, sugerir ni cuestionar! Imagine, estimado lector, que nuestro embajador allá se atreviera a opinar sobre un proceso electoral. Estoy segura que Guatemala saldría en primeras planas, siendo criticada, y con toda la razón. Pero, aquí nuestras “autoridades” todo lo aguantan, lo aceptan y no hacen valer nuestra soberanía. La acuchillan, sin pena ni respeto.

Mientras tanto, los chapines vivimos hastiados de tanta politiquería que sale en los medios y en las redes sociales. Hay acusaciones de todo tipo entre los políticos, sean candidatos o no. Las impugnaciones hacia algunos están a la orden del día. Esperemos que el TSE resuelva apegado a derecho. La política como tal, no tiene cabida aquí. 

Si hay algún candidato con impedimento, de acuerdo a lo que la ley establece, pues tendrá que resolver su situación, siempre que se pueda y haya tiempo para hacerlo. Es imperante que se resuelvan esas impugnaciones en el plazo inmediato. De lo contrario, la incertidumbre que ya anda dando vueltas por todos lados, seguirá creciendo.

Los chapines nos merecemos un proceso transparente, limpio, pegado con cemento a lo que dice la ley, con la garantía del respeto absoluto a la decisión individual de cada uno de nosotros. Sin embargo, la oscura y espesa nebulosa del fraude sigue presente. El sistema informático no ofrece ninguna garantía. De hecho, el mismo TSE ha dado declaraciones respecto a fallas y aseguran que se están resolviendo y que todo estará listo para el 25 de junio. Ojalá así sea.

La papeleta electoral será, nuevamente, un clon de los cartones de lotería. Vivimos en un país libre por lo que hay apertura para que haya muchos (o demasiados) candidatos a la máxima magistratura. Veremos, en los próximos días, cuántos estarán entre las opciones para elegir. Es positivo en cuanto a que hay apertura hacia todos los que tengan la intención o el deseo de dirigir el futuro de Guatemala. Pero, tantas opciones solo reflejan la gran división que hay. También puede haber mucha arrogancia en algunos, que creen que serán electos pues tienen todo lo que se requiere para hacerlo y han hecho los mejores planes. 

El hecho es que tenemos a los reciclados, a los arrogantes, a los financiados por las fuerzas oscuras y quién sabe qué más.  Esto último se refleja con más fuerza en los candidatos a alcaldes a lo largo y ancho de nuestra Guate.

El corazón chapín es noble, aguantador y valiente. En medio de este panorama no tan positivo, saldremos a votar, muchos con el corazón, otros con la mente y los demás con la billetera. Quiero creer que los de corazón y de mente seremos los mismos, en una gran mayoría. No nos dejaremos llevar solo por las “cancioncitas” y tampoco por los múltiples ofrecimientos. De pronto el balance entre ambos nos conducirá a una mejor elección.

Por supuesto que nunca faltan los revoltosos. El MLP ya anunció manifestaciones y bloqueos, algo en lo que son expertos, para exigir que se inscriba al binomio presidencial, conformado por Thema Cabrera, acusada del robo de energía eléctrica y por Jordán Rodas, quien parece tener impedimento legal. Le tocará al TSE analizar el caso y decidir acordemente.

El panorama no es muy alentador. El ambiente se irá poniendo cada vez más conflictivo pues los ataques de unos a otros no tardarán en surgir en los mítines. Cuando no se tiene nada qué ofrecer, la salida es atacar a los contrincantes y, por supuesto, al gobierno de turno.

Lo que realmente tenemos ganas los chapines es de escuchar propuestas viables. Acabar con la pobreza, generar trabajo, mejorar la educación y acabar con la desnutrición, no son más que promesas vacías que hemos escuchado una y otra vez. Queremos propuestas concretas, no castillos en el aire.

Así las cosas, no nos queda más que “echarle ganas” a las elecciones. Ya he escuchado comentarios de “no iré a votar” por diversas razones. Para mí, ninguna es válida. Nosotros tenemos el poder en nuestras manos. Tenemos que asumir nuestra responsabilidad e ir a marcar la papeleta. Eso nos dará la autoridad moral para exigirle a quienes sean electos.